¿Gato por liebre en la Línea 3?
La larga lista de detalles e imperfecciones que aparecieron en la primera semana de funcionamiento de la Línea 3 (L3) del Tren Ligero y que alcanzaron niveles de alerta cuando uno de los trenes quedó varado el sábado pasado en lo alto de la Avenida Revolución, entre la Estación CUCEI y Revolución, y las y los pasajeros tuvieron que bajar de los vagones y caminar en plena vía, habla del grado de improvisación con el que se tuvo que echar a andar este nuevo transporte masivo de la ciudad que tardó seis años en construirse y terminó costando mas de 35 mil millones de pesos, casi el doble del tiempo y del dinero que se proyectaron en su inicio.
Los desperfectos son, sin duda, producto también de la opacidad con la que se realizaron las licitaciones y las obras que aun antes de su inauguración ya habían acusado fallas como el caso de los neoprenos, que debieron cambiarse por su mala calidad. Su aparición debe obligar más que nunca a realizar una profunda investigación y auditoría de esta obra que estuvo a cargo del gobierno federal en el pasado sexenio.
¿En qué quedaron las observaciones hechas por la Auditoría Superior de la Federación que ya señalaban irregularidades en el ejercicio presupuestal para la construcción de la L3? El poco seguimiento que de estas investigaciones ha hecho el nuevo gobierno de la autollamada cuarta transformación deja en entredicho su principal bandera de combate sin tregua a la corrupción y la impunidad.
Además de este indispensable deslinde de responsabilidades entre constructores y autoridades que no hicieron una supervisión adecuada de la obra por estar más preocupados de cómo hacer negocio con ella, lo que hoy se debe garantizar es la seguridad de los usuarios que pudieron tener una accidente al caminar por la vía elevada. ¿Cómo se va a garantizar, por ejemplo, que el tren no se vuelva a quedar parado, pero ahora en la parte del túnel, donde las molestias para las y los pasajeros podrían ser mayores e incluso de mayor riesgo?
El Sistema de Tren Eléctrico Urbano (Siteur) del gobierno estatal, como receptor y operador de la L3, está obligado a que se corrijan a la brevedad los desperfectos para brindar un servicio seguro y eficiente. Tras la falla del sábado, el Siteur pidió a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) del gobierno federal atender el problema, para lo que llamaron a la empresa ALSTOM, que es la proveedora del sistema eléctrico.
Aunque también habrá que ver qué rol debe jugar para que estas fallas ya no se repitan la empresa española Senermex, a la que el gobierno estatal le pagó más de 88 millones de pesos para que lo asesorara en la recepción de la obra y cuyo contrato quedó reservado por cinco años.
Es momento de aclarar de qué sirvió ese pago multimillonario para que esta empresa no permitiera que a los jaliscienses nos dieran gato por libre en la L3.
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