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Gasolina adulterada en Zapopan

De la nada, el despachador le dijo a mi amigo “Pato”:-Permítame hacerle una prueba de calidad de octanaje de mi gasolina.

El empleado de la gasolinera de Avenida Guadalupe y Comboni en Zapopan sacó un aparatito con una pantalla digital en ceros y una pequeña aguja (Amazon vende uno similar anunciado como “analizador de combustible portátil” por 8 mil 534 pesos).

El despachador sacó la bomba y llenó de combustible una especie de matraz. Insertó el dispositivo y le mostró a “Pato” el resultado. En la pantalla marcaba 91.

-Las gasolinas regulares deberían ser de 88 octanos, pero la nuestra tiene 91. Es de la más alta calidad.

Entre curioso y escéptico, “Pato” dudó: ¿por qué a un empleado le interesaría hacer una prueba de octanaje? Pero no dijo nada.

Terminó de surtir gasolina (había llegado con la reserva) y se dirigió a su trabajo. Pero su camioneta Mitsubishi Outlander 2011 comenzó a cascabelear cuando comenzó el ascenso por Avenida las Torres hacia el Estadio AKRON: “Era espantoso el ruido, como si le hubiera escondido una sonaja”.

Eso fue el viernes pasado. Esa misma tarde, “Pato” le puso un aditivo elevador de octanaje a su camioneta. Ha evitado forzarla y cuando el tanque bajó a la mitad, le puso gasolina de otra estación y más aditivo. Si continúa la falla, la llevará al mecánico.

En Google Maps, la gasolinera concesionada en que surtió “Pato” tiene 15 comentarios negativos desde hace seis meses por la mala calidad del combustible, la mitad de ellos el último mes.

“¡No carguen aquí! Ahorrense el costo de la reparación de su auto”. “Pésima calidad, cascabeleo por gasolina contaminada en cuanto cargué”. “El coche terminó en el taller con ruidos en el motor, se desechó esa ’gasolina’, y le tuvimos que limpiar los inyectores, lavar el tanque, bomba, etc”. Enfrente hay otra gasolinera de Pemex, pero no registra quejas.

En septiembre de 2021, EL INFORMADOR publicó una nota en donde reportaba que combustible de mala calidad había dañado decenas de autos en el Área Metropolitana de Guadalajara.

En ese momento, directivos de agencias de automóviles sostuvieron que recibían alrededor de diez autos cada 15 días con fallas debido a gasolina adulterada. La afectación se concentraba en autos de lujo que utilizaban gasolina Premium con costos de reparación de dos a siete mil pesos.

Aquella vez la Profeco Jalisco indicó que no tenía ningún reporte o queja relacionada.

Hace un año, EL UNIVERSAL reportó que debido deficiencias en la infraestructura de la refinería de Salamanca -que surte a la región-, Guadalajara recibía gasolina de mala calidad al incumplir la norma en el contenido de aromáticos en los combustibles, lo que podía provocar “cascabeleo, detonaciones y quizá problemas de encendido en motores”.

Desde afuera es complicado establecer el tamaño del problema y si se trata de una estafa focalizada en esa gasolinera o una red de gasolineras. Dar litros de menos o de mala calidad constituye un delito y una afectación al consumidor. En todo caso hay una omisión de la Profeco Jalisco para sancionar e investigar estos casos. Como diría Ricardo Sheffield, titular de la Profeco, “sus angelitos se pasan de rosca”.

Otra explicación se relaciona con el involucramiento del cártel local en el negocio de la gasolina. No sólo en su extracción ilegal sino su comercialización, pues además del lucro atractivo, el manejo en efectivo facilita sus sistemas de blanqueo de capital.

En todo caso, ¿es creíble que en seis meses ningún automovilista se haya quejado ante la Profeco Jalisco como para que ésta actúe? El mercado de los combustibles, al abrirse, ¿no requiere mayor inspección y vigilancia? Finalmente, ¿de qué calidad es la gasolina que le metemos a nuestros autos?

jonathan.lomelí@informador.com.mx

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