Gana López Obrador
Muy bien. Imaginemos. López Obrador gana las elecciones. Todos sus fans felices. Sus adversarios y críticos —me incluyo— mentando madres. Los empresarios mexicanos llamando a la calma mientras la bolsa se va a pique y el dólar se va hasta 24. Todos diciendo, no es de preocuparse; tratando de evitar la devaluación todos sus negocios dada la especulación generada. No va trastocar y reventar la economía. Las cifras se regresarán a su cause. Además tenemos separación de poderes. ¿Y el Poder Judicial de la Federación? Y los gobiernos locales. Y los congresos y entidades constitucionales autónomas ¿Acaso no garantizan dicha separación de poderes? Calma calma calma, no hay bronca.
En el mundo hay países democráticos y países totalitarios. En los unos básicamente se vota y el voto se cuenta bien y hay varios y verdaderos participantes. En los otros no hay sino solo un partido único y sin candidatos de partido ni nada. Por ejemplo en Cuba, solo existe un partido. Otro ejemplo de régimen totalitario, Corea de Norte. Ejemplos de democracias hay tantas por lo menos en nuestro continente. Canadá, Estados Unidos, nosotros, y váyanse yendo para abajo donde encontraremos no totalitarismos sino algunos regímenes para los cuales todavía no existe un término técnico, aunque se les llama incorrectamente populistas. Porque una cosa es el tipo de régimen y otra la estratégia para llegar al poder. Trump uso el populismo para llegar al poder. Y no por eso se transformó EEUU en “un régimen populista”.
Dichos regímenes parecen democráticos, con elecciones y partidos políticos. Pero todo es al final del día simulado. Sería un error colocarlos en el medio de entre los regímenes democráticos y los totalitarios. Porque en realidad son el refinamiento, la sofisticación y el maquiavelismo y la vanguardia más retorcida del totalitarismo. Son mucho más eficaces. Va el cuento. Llega al poder un político usando el populismo como estrategia. Ya saben. Yo soy bueno, los otros son malos y enemigos del pueblo. Yo soy el pueblo y como el pueblo es perfecto, yo también. Y al revés. Prometiendo cosas imposibles, y demás. Pero principalmente azuzando el odio para aprovecharlo en su beneficio.
A partir de ahí, el objetivo primordial es anular la separación de poderes, apropiándose por supuesto del ente organizador de las elecciones. Luego sigue garantizar su —en su persona, no en un partido como del antes PRI homogéneo— eternidad en el poder. Anular la libertad de expresión también es de rigor. Sigue asaltar todas las cuentas públicas. Asociarse con el crimen organizado, los robos disfrazados de expropiaciones justificadas por ser de “izquierdas” y la destrucción del aparato productivo (menos las empresas de los compas) y del país. El caso más claro: Venezuela. No son de izquierda, son ladrones organizados con un discurso de totalitarismo trasnochado pero útil y justificador de atracos. Son ultra capitalistas en un régimen de bandidos. Donde el crimen es el controlador directo territorial de todo el país. Salvaguardado por el gobierno. ¿Y como lo logran? Plata o plomo o cárcel.
Hay quien afirma el sistema democrático los puede contener. Aplicarles la ley cuando delincan antes de llegar al poder. O confiar en la fortaleza de la división de poderes y funciones y el federalismo. Vamos al principio. ¿De acontecer la llegada al poder de AMLO, buscaría sacar a México de su régimen democrático para llevarlo a ese tipo o evolución de totalitarismo 2.0? ¿Lo lograría con plata, plomo o cárcel? ¿O calma calma calma?