GN y Ayotzinapa, el gato por liebre de la 4T
Hoy que los padres, familiares y compañeros de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, que desaparecieron hace 10 años en la noche negra de Iguala, continúen protestando por el incumplimiento del gobierno de la 4T de esclarecer el caso y encontrar a sus seres queridos, amanecerán también, todas las portadas de los periódicos de este País, con la noticia de la aprobación de las bancadas de Morena y aliados en el Senado, de la reforma que propuso el Presidente Andrés Manuel López Obrador para que la Guardia Nacional finalmente quede bajo el control de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Vaya manera de honrar esta trágica conmemoración a una década de ocurrido aquel infierno.
Esta paradójica coincidencia proyecta una de las grandes contradicciones de los viejos militantes de la izquierda mexicana que antes condenaban la militarización del País y ahora votan monolíticamente para cumplirle al Gran Tlatoani, que también como longevo opositor había prometido regresar a los soldados a sus cuarteles, y que en el camino y ya en el poder, cambió radicalmente de opinión, acercándose a las posturas de la extrema derecha a las que siempre les ha seducido más la imposición de la fuerza militar que el desarrollo y la profesionalización de policías civiles.
Ese cambio de principios, a la vez, fue comprometiendo su promesa de hacer justicia en el caso Ayotzinapa, que se convirtió en uno de los conflictos que descarriló la ruta reformadora del Presidente Enrique Peña Nieto y se convirtió en una de las principales banderas políticas que le dieron el triunfo a López Obrador en su tercera y definitiva campaña presidencial. Desde Palacio Nacional, donde los fue recibiendo cada vez con menos frecuencia, les prometió siempre que su caso sería prioritario para su gobierno, se llegaría a la verdad y darían con el paradero de sus hijos.
La investigación parecía que avanzaba, las madres y los padres de los estudiantes desaparecidos, y sus abogados se mostraban conformes, hasta que las pistas empezaron a llegar a mandos militares, los principales aliados y más empoderados en la 4T. Que cerrarán el sexenio no sólo con la Guardia Nacional, sino con las aduanas, aeropuertos, puertos, carreteras, trenes y otras muchas tareas que les encomendó AMLO.
Por eso los reclamos y las inconformidades empezaron cuando la Fiscalía General de la República se desistió hace dos años de órdenes de aprehensión contra 16 militares y 9 ex funcionarios de la Fiscalía y el gobierno de Guerrero, que había solicitado la Fiscalía Especial del caso, por las presiones de los secretarios generales de la Defensa Nacional y la Marina.
Esa promesa incumplida y la Guardia Nacional que la 4T prometió en su creación que estaría siempre adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública, y que hoy amaneció en manos de la Sedena, son el gato por liebre que nos recetó López Obrador, sin haber perdido un ápice de votos y de popularidad.