Futbol y delincuencia
Las recientes atrocidades, crueles y aterradoras, acontecidas en el estadio de la Corregidora en Querétaro, nos permiten hacer unas reflexiones que nos ayuden a entender semejante fenómeno.
Los estudios de la psicología de los actos violentos, terroristas o bélicos; nos han mostrado que los estadios y en general el ambiente de los deportes y los espectáculos públicos, resultan un escenario atractivo para que se muestren muchos de los conflictos que vive una sociedad. Ya desde tiempos muy remotos, el circo romano fue el espacio para que se desenvolvieran los actos de violencia más dramáticos que se podían observar. Al igual que soltarles las fieras a las familias cristianas en ese mismo lugar, sin que tuvieran posibilidad de defenderse.
Por un lado son lugares para promover la catarsis, y así desahogar las tensiones, pero también es el lugar perfecto, para que se puedan expresar las injusticias, las inconformidades, o hacer una propaganda a favor o en contra de algo.
Si se quiere perpetrar un asesinato y se desea publicidad un estadio, una estación de ferrocarriles, un mercado o un aeropuerto, son los lugares idóneos.
Recordemos la llamada masacre de Múnich durante los Juegos Olímpicos de 1972 en donde fueron secuestrados y asesinados once miembros del equipo olímpico israelí, por un comando de terroristas.
Aún está en la memoria del pueblo de Israel, aquel tremendo ataque a su dignidad.
Los fanáticos del fútbol, son apasionados, se pueden encender muy fácil y explotar contra el portador de la camiseta del equipo contrincante, y de ser necesario, agredir a golpes, con una botella o con lo que esté a la mano y de plano sentir que están defendiendo el equipo de sus amores. Por ello no es difícil comprender que existan rivalidades entre los hinchas de un equipo u otro. Ha habido verdaderas batallas campales en diferentes países como en Inglaterra o Argentina. Incluso llegando a varios muertos. Siempre como resultado de la pasión desborda y la pérdida de la consciencia, muchas veces provocada por el alcohol o las drogas.
Sin embargo, lo que alcanzamos a ver en el estadio de la Corregidora, va más allá, pues parece algo perpetrado de una manera más parecida a lo que hacen los matones y los sicarios cuando hay riñas en una prisión.
Eso cambian las cosas, pues es muy diferente hablar de una riña entre aficionados, con saldo rojo. A un ataque planeado y dirigido en forma intencional y premeditada contra la porra del archi enemigo Atlas. En éste caso, se usó al estadio, al futbol y al historial de gresca, entre ambas porras, para mandar un mensaje más allá del futbol.
Fue un acto terrorista, que usó al futbol para expresar y dejar muy claro, algo que va más allá de la lectura que podemos hacer la mayoría de los aficionadas al futbol.
Guillermo Dellamary