Ideas

¿Funcionó?

La elección del pasado domingo fue inédita, pero no sólo porque Morena ganó la Presidencia, sino porque la organización electoral, la dinámica de los partidos y la lógica regional fueron peculiares.

Con cada una de estas dimensiones había dudas: ¿podría el INE organizar a un ejército de vecinos para las casillas únicas y seis boletas en nueve entidades? ¿La violencia criminal haría espacio a la lógica democrática? ¿Les funcionaría a los partidos políticos aparecer por separado en la boleta con candidatura única? ¿Darían una lección los candidatos independientes al sistema partidista? ¿Funcionaría la concurrencia de elecciones?
Hoy ya se pueden responder casi todas las preguntas.

Para empezar, el INE pudo. Aún no empieza el periodo de impugnaciones, pero en términos muy generales la idea concentradora funcionó. Se instalaron bien casi el 100%, los vecinos contaron los votos y no hubo que lavar la sangre en una casilla para seguir recibiendo a los electores. La filigrana de las trampas comenzará a aparecer en las próximas semanas y podremos ver los problemas de contar alrededor de cuatro mil hojas marcadas después de una jornada de más de 12 horas, pero se puede decir, como en ejercicios previos, que a pesar del lodo y los errores, la cosa funciona.

La violencia. Hubo más de 130 candidatos asesinados en el proceso electoral, no somos un país en paz. Y sin embargo, más de 18 mil cargos serán renovados con un proceso democrático. No es cosa menor.

El sistema de partidos. Este sí tuvo una sacudida pero no provino de los candidatos independientes o de la lógica de “outsiders”.  No, la sacudida no fue sistémica, lo que hubo fue un reacomodo: hay un nuevo actor nacional hegemónico, hay una fuerza regional no porosa (la jalisciense) y cambió la geometría ideológica dominante. Desaparece la triada de partidos fuertes a la derecha, centro e izquierda y caerán algunos satélites: el Partido Encuentro Social quedó aniquilado, el Partido Nueva Alianza nunca había sido tan poco útil para el PRI, y la coalición ideológicamente contradictoria entre PAN y PRD no le sirvió a nadie. Morena pudo haber ido sin aliados, por cierto, y los resultados no serían muy distintos.

En ese contexto, las candidaturas independientes, que tanta expectativa generaron, regresan a su justa dimensión en el ámbito presidencial (¡más de 100 quisieron ser candidatos!, ¿lo recuerdan?) y aun las figuras independientes fuertes locales muestran su debilidad frente a olas políticas nacionales.

La lógica regional merece una detallada reflexión, pero como apunte al vuelo, baste decir que la concurrencia de elecciones subordinó las dinámicas políticas locales a la lógica del proyecto nacional. Eso explica la derrota de los wikis en Jalisco y los triunfos de personajes como Layda Sansores en la Ciudad de México. Mención aparte merecen el PAN guanajuatense y el MC jalisciense, que nunca estuvieron bajo la égida del Frente. La apuesta de Alfaro por la autonomía de MC le funcionó. Falta ver cómo se articula su bancada federal con la nueva hegemonía de Morena.
 

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