Fuerza y grandeza del perdón
La Cuaresma de este 2022 está llegando a su término, porque ya la Semana Santa está a la puerta. Pero todavía tenemos una oportunidad para dedicar unos momentos a reflexionar en algo trascendente y de mucha importancia en la vida humana.
Primero de todo hay que recordar que la Semana santa no son sólo empanadas y vacaciones. Que no somos únicamente físicos, sino entes espirituales dotados de capacidades superiores.
Por eso la oportunidad es muy especial para que cada quien pueda analizar el propio corazón y ver con toda sinceridad por dónde va el camino que sigue y hacia dónde le lleva.
Es un hecho que Dios nos ha dado una personalidad única e individual y que quiere que sea cultivada libremente y con sinceridad.
La reflexión que hoy quiero sugerir para prepararnos a estos días de gracia y bendición es precisamente el tema del perdón.
Mucho tenemos que aprender al respecto: y primeramente está el perdonarnos a nosotros mismos, porque a veces tal parece que nos culpamos hasta de lo que es natural.
Quien diga que no tiene nada de qué ser perdonado, está en un error.
Quien diga que no merece perdón, también se equivoca rotundamente, porque una de las especialidades del Dios Creador de todo lo que existe, es precisamente perdonar.
Quien diga que hay cosas que no se pueden perdonar, no sabe lo que dice… lo que humanamente es difícil, se nos da por gracia.
Así nos lo explicó una y diez veces Jesús cuando predicó en este mundo su Evangelio, que fue ciertamente “Buena Noticia” de Amor, de Paz y de Perdón.
Basta como botoncitos de ejemplo dos mínimos detalles:
* La historia del Hijo Pródigo, al cual, en alguna ocasión me gustó llamarle: el “hijo prodigio”, porque verdaderamente es algo muy grande, reconocer una equivocación, una falta o un pecado, y pedir perdón… Lee el capítulo 15 del Evangelio de san Lucas.
Pero sí es para preguntarse: ¿qué es más grande? ¿Abrir los brazos para recibir incondicionalmente, al hijo que se fue de casa y malgastó lo poco y lo mucho que el Padre le había dado? ¿O la actitud del hijo que regresa aun aceptando a que le reconozcan sin derechos?
* * La mujer sorprendida en adulterio:
Situación que ciertamente en aquella época era algo muy grave…
A toda costa los judíos querían comprometer a Jesús para que la acusara, la castigara o diera la orden de que fuera apedreada…
¿Y qué hace Jesús? La perdona, recomendándole que no vuelva a pecar…
El perdón es sin duda algo muy grande, pero en ciertos momentos me pregunto: ¿En quién hay más grandeza? ¿En quien pide perdón o en quien lo otorga?
El perdón es algo que sucede y se realiza en ámbitos del corazón, es decir: todavía más allá del sentimiento. Por eso en muchas ocasiones a mí me ha gustado repetir la frase popular:
Perdona y olvida.
Lo primero te hace bien para el alma,
lo segundo te hace bien para el hígado.
Verdaderamente, cuando hacemos espacio en el corazón, eliminando lo que estorba, y nos perdonamos a nosotros mismos y luego a los demás, entonces el perdón de Dios llega a purificar todo el ser, hasta lo más íntimo, y entonces allí empieza a germinar la felicidad.
No es fantasía. Vamos a hacer la prueba y te aseguro que esta Semana Santa va a ser la más hermosa que hayamos vivido.
Y si crees que sea difícil, hay que pedirle a Dios que nos de este regalo.