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Fricciones fraternas

Los hermanos tienden a ser muy diferentes y si no lo fueran, de seguro no serían ni amigos. Pero resulta que se ven obligados por las circunstancias a compartir tiempo, espacio y a los mismos seres queridos. El caso es que no es nada extraño a que lleguen a hartarse tanto, hasta el punto de no soportarse. Aquí algunas recomendaciones prácticas para enfrentarlo.

-Aceptar que son diferentes, incluso opuestos. Lo que lleva a desarrollar los habituales índices de tolerancia, para respetar y aprender a vivir con semejantes parámetros distintos.

-No discutir ni entablar argumentaciones a favor o en contra de ningún tema, se trata sólo de conocer una opinión diferente y punto. Vale más guardar silencio, que por decir y comentar algo se pueden agravar las cosas.

-Mantener una prudente distancia y disminuir los gestos y malos hábitos que le molestan y enfadan al otro. Si no los conoces, solicitar la información correspondiente a un familiar que conozca bien a tu herman@.

-Dejar de echar culpas y acusaciones al otro y asumir tu compromiso de revisar tu comportamiento y tratar de corregir los errores que estás cometiendo, en vez de sentarte a exigir que el otro lo haga.

-Es una oportunidad de resolver problemas emocionales y de acrecentar la inteligencia social/familiar que posees, al mostrar mayor sensibilidad y madurez para hacerle el bien y tratarlo de la mejor manera posible. Es el momento de mostrar lo mejor de ti y no que salga lo peor.

Problemas familiares, especialmente con l@s herman@s siempre habrá, el gran logro es ver quién los resuelve de la manera más apropiada y en armonía. Al menos hay que intentarlo, por el bien de toda la familia.

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