Forma y fondo
Con todo cuanto implica la percepción a través de nuestros sentidos: vista, oído, tacto, olfato y sabor prevalece la expresión simple, pero compleja en su ratificación en el tiempo consolidando en lo social y humano. En la actual Ciudad de México, antigua Tenochtitlan sustentada sobre canales acuíferos, se erigió hace más de medio siglo la simbólica Torre Latinoamericana cuya estructura es de buena calidad, ratificada tras los sismos. Forma y fondo dan respuesta a las construcciones de realización humana y con ello consecuencia.
El resultado es evidente en favor de lo bien edificado y lo contrario. El sentido común, calificado con ironía como el menos común de los sentidos, refleja el carácter propuesto e impuesto a las edificaciones atendiendo requerimientos de modernidad, apego a las normas estructurales y necesidades de la población y sus deberes en cobertura, con aprecio al costo y beneficio de quienes logran la concesión de construir las obras.
Ante los acontecimientos trágicos de Septiembre, las autoridades se han enfocado a la reconstrucción sin marginar sentido político, y en algunos casos al reclamo que bajo las normas legales correspondientes a propietarios y edificadores, que no cumplieron adecuadamente tomando en cuenta las condiciones del terreno y sus adecuadas cimentaciones. Como ocurre de manera frecuente, las causas dan motivo a los reproches políticos de anteriores administraciones de potencial complicidad en los diferentes niveles de gobierno; sin exentar ejemplos cercanos de complicidad y corrupción.
Volver la vista al pasado es ineficaz y abre la expectativa al presente de la Ciudad de México y otras regiones del país, donde la construcción de obras es reprobable y abre posibilidad a la revisión exhaustiva cuya definición establezca medidas previsoras; la Zona Metropolitana de Guadalajara es una de ellas, expuesta por el aumento demográfico y vehicular que rompe con la tranquilidad y eleva el cobro de vidas incluyendo las producidas por la criminalidad.
En tal contexto, practicar la civilidad está en manos de cada ciudadano para su protección y la de su entorno durante las veinticuatro horas del día. Renovar el concepto de Guadalajara “Ciudad Amable”, abriga la seguridad que dé sello de distinción para habitantes y visitantes. Establece el respeto a las normas desde el hogar, con extensión a su vivencia cercana en un proceso continuo de respeto y atención a las propuestas evitando caer en la infracción, simple o grave, que no siempre alcanza la cobertura de algún seguro.
Dispersión de causas y efectos son preocupantes, acelerados por las tinieblas políticas, carentes de elementos que den sustentos a los valores de equidad con alejamiento de la criminalidad que prevalece incontenible en las áreas urbanas y rurales.
Dios nos guarde de la discordia.
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DR