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¡Finalmente llegó el golpe de Estado!

El golpe de Estado en México es un tema tan gastado en los últimos años, que en este mismo instante se corre el riesgo que nos suceda lo mismo que al pastor que cuidaba las ovejas y se divertía haciendo bromas a los aldeanos fingiendo que un lobo lo acechaba mientras pedía ayuda; tantas veces corrieron en su ayuda mientras él se reía de ellos, que cuando se encontró finalmente con el lobo ya nadie le creyó y no hubo quien saliera en su auxilio. 

Tanto se ha hablado antes, durante y después del arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder, en el sentido de que se prepara un golpe de Estado, que estando ya aparentemente tan cerca de que se concrete en nuestro país, da la impresión de que, o ya nadie cree que se pueda dar o es tal la ignorancia que no se dimensiona lo que significaría un acto de tal trascendencia.

La apatía e indiferencia de la gente resulta exasperante. Y es que, mientras millones de mexicanos siguen extremadamente atentos a lo que acontece en torno al romance de Ángela Aguilar, quien por cierto, ya declaró a una revista que no se casó con Christian Nodal y que tampoco está embarazada (para los que estaban con él pendiente), los tentáculos del Poder Ejecutivo de la nación se mueven perversamente en su afán de desaparecer la División de Poderes y reducir a su mínima expresión al Judicial y al Legislativo.

El tema fundamental, imperativo de enfocar y evitar a toda costa que ocurra, es que López Obrador coaccione al Instituto Nacional Electoral (INE) en relación al reparto de curules de representación proporcional en la Cámara de Diputados, para, fuera de todo sustento legal, otorgue graciosa y gratuitamente una cantidad absolutamente fuera de orden de diputados o de curules al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), entre otros, los cuales claramente no les corresponden en relación con lo ocurrido en las urnas.

La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, su esbirra y fiel lacaya, sin duda acatará la instrucción, y procederá, como lo dejó ver la misma noche del 2 de junio, es decir, manipulando las fórmulas de forma mezquina para favorecer con una mayoría calificada al partido en el poder.

Es pues, una acción inminente, y cuando se consolide será un auténtico golpe de Estado, aunque éste no esté acompañado de la fuerza militar, pero sí de la presión de todo el poder del que goza el Ejecutivo, y esto incluye a las fuerzas del orden, en este caso especialmente las castrenses, a las cuales tiene sometidas a base de grandes, importantes y descomunales privilegios y dádivas.

Un golpe de Estado, sí, aunque suene algo quizá lejano o imposible de ocurrir en México, sobre todo para quienes no están con una visión clara de lo que está por suceder y sus consecuencias.

Sin embargo, la realidad es que la mayoría calificada concederá a Morena y sus aliados la posibilidad, no solamente de generar las reformas al Poder Judicial Federal sino las reformas constitucionales que puedan poner en riesgo vida, libertades, y derechos fundamentales, como sería en todo caso posesión, propiedad de bienes, pero sobre todo darle al Presidente el gran poder, hacerlo omnipotente, para incluso aprobar cambios a la Carta Magna que le permitan, como seguramente lo anhela, la posibilidad de reelegirse o volver a ser electo una vez que culmine el periodo para que, a pesar de muchos, y aunque nos duela, quizá estará a cargo de Claudia Sheinbaum Pardo, su incondicional.

A lo que aspira López Obrador es a convertirse en otro cacique histórico y el primer paso es modificar la constitución para poderse elegir de nuevo y quizás que haya la reelección inmediata y no se dudaría que pudiera pensar que se genere una posibilidad de forma consecutiva.

Pero lo que sí nos debe generar terror es la posibilidad, enorme y crasa, que se podría estar generando para el Presidente de la República en cuanto a poder actuar a contrario sensu del derecho que ya le otorgaron de forma también absurda los diputados de la actual legislatura para otorgar indulto a cualquier persona, aún sin existir un proceso administrativo, ministerial o jurisdiccional. Es decir, a la inversa, que el Presidente pueda incriminar, inculpar e incluso dictar resoluciones ejecutivas que le generen una sanción a cualquier persona sin que incluso estén acorde a los debidos procesos.

La reforma al Poder Judicial Federal que pretende es, sí, fundamental e importante en cuanto a que tendrá un alcance brutal y dejará sin protección a los ciudadanos, en el desamparo, a expensas de la voluntad política y con juzgadores de dudosa calidad y solvencia moral.

Pero insisto, es sólo una de las graves consecuencias que traerá el golpe de Estado que significa el darle, totalmente fuera del orden jurídico, el número de diputados a Morena y a sus aliados que lo conviertan fuera de la ley en el grupo de fuerzas políticas que puedan modificar toda norma, incluyendo la Constitución.

Eso es lo que hay que advertir, no la reforma al judicial que por perniciosa, que sí es, es un distractor para poder maniobrar de forma abierta y sin ningún tipo de obstáculo a fin de lograr lo que realmente de fondo quiere, que es la facultad de ser un todopoderoso Presidente de la República a partir de las reformas que para ello se generen desde el Congreso de la Unión, específicamente de la Cámara de Diputados, en la cual el Ejecutivo tendría mayoría calificada en base a la forma ilícita, yo podría llamarle delictuosa o delictiva, como la está fraguando.

¿Qué debe pasar para que la gente entienda la gravedad del asunto? Yo simplemente quiero reiterar la advertencia. Vamos a estar en el momento más frágil de la historia como ciudadanos mexicanos. Lo que hay que hacer es exigir a los dirigentes de los partidos políticos nacionales, a los liderazgos más importantes de los sectores social y productivo, a quienes tienen espacios en los diversos medios de comunicación, y a quienes de alguna u otra forma somos escuchados por nuestras comunidades y a quienes son atendidos sus razonamientos mediante su trabajo en redes sociales, a que demos esa batalla para posicionar el tema y hacer entender a la sociedad lo grave del asunto.

¡El lobo está al acecho, pero aún estamos a tiempo de evitar nos ocurra lo que a Pedrito! Ojalá se entienda y se logre advertir el gran peligro antes que ocurran expropiaciones forzadas de bienes, arrestos y ejecuciones sin mediar procesos, pérdida de libertades y derechos fundamentales, y ya entonces sea mucho muy tarde.

opinión.salcosga@hotmail.com
 

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