Fin a la era del PRI
El viernes pasado, antes de la elección del domingo 1º de julio, escribí en este mismo espacio la columna “Adiós al PRI” donde anticipaba la derrota que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sufriría en estos comicios. No estoy presumiendo de ser un avezado “analista político” como les gusta llamarse a muchos opinadores. Además de lo que marcaban las encuestas, era obvio y palpable el profundo rechazo social a este partido que ha gobernado México desde 1929, excepto los doce años de decepcionantes gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón.
Pero pocos anticiparon una derrota tan contundente como la que sufrió el PRI el domingo pasado. El partido que solía llevarse carro completo, ahora sufrió una derrota completa.
Veamos: cayó a un lejano tercer lugar en la elección presidencial (16.4 por ciento de la votación) con apenas 7.4 millones de votos, menos 1.3 que le aportaron los partidos PVEM y Nueva Alianza. El candidato de la coalición Todos por México, no sólo perdió en el país, sino en los 300 distritos electorales.
Perdió además las nueve elecciones de gobiernos estatales: Ciudad de México, Morelos, Veracruz, Tabasco y Chiapas a manos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Guanajuato, Puebla y Yucatán a manos del Partido Acción Nacional (PAN) y Jalisco, a manos de Movimiento Ciudadano.
En las elecciones legislativas, la derrota del PRI también fue mayúscula: apenas ganó ocho distritos de 300 de mayoría que hay en el país. Tendrá 35 diputados de representación proporcional para sumar una bancada de 43 diputados (8.6 por ciento). En el Senado, los priistas ganaron siete escaños de mayoría y tendrá seis de representación proporcional para una bancada de 13 (10 por ciento del total). Esto convierte al PRI en la quinta bancada legislativa, después de Morena, PAN, PT y PES.
En las elecciones locales, la derrota también es histórica. En Jalisco, además de perder la gubernatura, perdió la elección en 42 municipios que gobernaba: pasó de tener 63 presidencias municipales a solo 21.
Los datos de la derrota tricolor podrían seguir, pero son suficientes para advertir el tamaño del descalabro político. Y esto lleva a reflexionar sobre el futuro de este partido. Los datos lo ubican ahora como un partido más cercano a la “chiquillada”, que a los partidos más votados.
Y esto nos lleva a afirmar que ahora sí concluyó el ciclo del PRI como partido dominante, hegemónico o mayoritario en México que cumplió desde 1929. Con los resultados de este domingo se cierra un ciclo de 89 años. En este ciclo el PRI fue clave no sólo como pieza central de la partidocracia mexicana, sino como pieza central en el control y la represión política en este país. El tricolor fue clave para administrar el Estado mexicano al servicio del desarrollo capitalista nacional.
El tamaño de la derrota del domingo pasado es el tamaño del repudio social que fue labrando con cada acto y caso de corrupción descubierto y denunciado, por cada traición a sus electores y a la sociedad y, en resumen, por mostrarse en este sexenio como un partido al servicio de las reformas estructurales de corte neoliberal que afectaron a la mayoría de la sociedad. El PRI no se repone de esta derrota. Llegamos a un fin de ciclo.
(rubenmartinmartin@gmail.com)