Feminización policiaca
In memoriam Victoria Sánchez Torres
No cabe duda de que, aun en este Jalisco lleno de machos, el feminismo ha ganado terreno. Hay faenas que ahora desempeñan con gran eficiencia “elementos” de ese sexo que, en mis tiempos juveniles, ni aun los más entusiastas defensores de la equidad de género nos hubiéramos siquiera atrevido a imaginar.
Tal es el caso de la policía. A lo mucho, suponíamos que, mujeres solo podría haber en oficinas y, a lo más, en ciertas áreas de investigación. Mas era imposible suponer siquiera que las habría en la primera línea de fuego, y menos aun, trepadas en motocicletas de gran cilindraje pescando a diestra y siniestra delincuentes incluso de grueso calibre.
Conocer a la oficial Mariana Mariscal Castañeda ha sido no solo una experiencia interesante sino que incluso me llena de orgullo poder presumir su amistad y dedicarle unas cuantas líneas.
Además de elegante, con o sin el uniforme de combate, Mariana es una joven bonita que se desenvuelve con la mayor naturalidad. Asimismo, en aras de alcanzar mejor desempeño, después de haber recorrido todos los espacios que corresponden a su férreo entrenamiento, no deja de ir a las aulas en pos de titularse como abogada.
Conversando con ella, procurando que superara incluso una cierta timidez y respetando su recato, no podía menos que contraponerle aquel personaje estereotipado de la policía mexicana que hizo famoso el genial caricaturista Abel Quezada: chaparro, panzón, descamisado, un poco ebrio y la cabeza rodeada de moscas… Mariana es absolutamente todo lo contrario.
Me encantaría verla entrar en funciones, pues la metamorfosis debe ser extraordinaria, de acuerdo con la fama que ya tiene de que “no se le va una…”, siempre y cuando la presa no sea yo.
Es un producto de Tesistán y sus alrededores, en especial de lo que fue antiguamente el pueblo de Nochistlanejo y se convirtió luego en la entrañable Hacienda de Santa Lucía. Ahí nació al mediar los años noventa y estudió las primeras letras; luego concurrió a Tesistán y a Nestipac y terminó la prepa de nuevo en Tesistán. ¿Se puede pedir una raíz más profunda en su paraje nativo?
Luego, no podía ser menos, tendría ya que acudir a Guadalajara a continuar sus estudios y trabajó seis años en vialidad. Con su servicio no ha dejado de entrenarse, especialmente para acabar siendo uno de los “elementos” más capacitados en el manejo de motocicletas de alto caballaje. Lo dice convencida: le encanta andar de un lado para otro, doquier que le toque, como le ha ocurrido en el último año cuando ya ha sido miembro de un grupo de élite que se llama Gama.
Son ya muchos los malandros que han salido de circulación por cuenta suya, de lo cual está muy orgullosa, aunque, como dice poniéndose un tanto sentimental, no deja de haber trances muy dolorosos como la reciente pérdida de una compañera que venía a ser como su hermana mayor y cayó de manera dramática en cumplimiento de su deber.
A su memoria está dedicado este artículo, con profundo dolor también del suscrito.
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