Felipe Garrido y la poesía
Ser amigo de Felipe Garrido es una fuente de gran riqueza intelectual y, por lo mismo, también de orgullo. Aparte de una importante obra de creación literaria, lo mismo que de análisis y difusión, que lo ha convertido además en una pieza clave de la Academia Mexicana de la Lengua, puedo confirmar que se trata de un verdadero y solidario compañero en este tránsito por el mundo de las letras en el que me hallo yo también inmerso aunque sea solamente como un modesto historiador de provincia.
¡Cómo no estaré agradecido con el hecho de que Felipe haya aceptado y se haya esmerado tanto al responder a mi discurso de ingreso como miembro correspondiente en Jalisco de la misma institución señera a la que él mismo pertenece como miembro de número desde el año 2004! ¡Cómo no agradeceré su obra de la que he sido devoto lector!
Felipe está lleno de premios que culminan con el “Xavier Villaurrutia” (2011) y el Nacional de Ciencias y Artes, en 2015. Pero también los hay que brotan de diferentes partes de México, entre las que se cuenta el Premio Jalisco. De éste, Garrido forma parte del rol que lo enaltece, puesto que, desgraciadamente, como fue el caso de los últimos que se concedieron en el año 2020 que, con una sola excepción, más bien resultaron motivo de vergüenza.
Quiero señalar, además, que tiene una especial querencia por Jalisco, a lo que coadyuvan no sólo los muchos admiradores y seguidores que aquí tiene, sino el hecho de que aquí haya quedado enterrado su ombligo en 1942.
Pues bien: uno de los grandes méritos de Felipe Garrido es haberse convertido en una suerte de apóstol de la poesía. La defiende y promueve sin sectarismo ni discriminación. Todos los días del año, llueve o truene, por la vía virtual, tengo el privilegio de que aparezca en mi celular una poesía diferente. A lo largo de más de cuatro años, como una gota de néctar, diariamente desde tempranísima hora, Felipe ha colgado de una gran red, con el auspicio del editor Miguel Ángel Porrúa, una poesía diferente sin preocuparse mucho por su escuela, nacionalidad, ritmo, ni siquiera del género del o la poeta. La hay culterana y popular, incluso de corridos y sonetos perfectamente estructurados, etcétera.
La idea es que quien lo desee pueda empezar el día con una botana poética que le deje una gota de miel en su estado de ánimo.
No hay noticia de una campaña tan devota en favor de esta expresión literaria que algunos consideran la más sublime de todas. Pasito a pasito, los mensajes de esta enorme pluralidad de bardos que nos envía Garrido cada 24 horas, esta semana llegaron ya al número 1500 y, por muchas razones, me ha parecido un motivo de celebración y de felicitación al obrero de tan importante edificio cultural con la súplica de que, si ya nos bienacostumbró, que no se le vaya a ocurrir dejar de hacerlo.
¡Muchas gracias y felicidades a Felipe Garrido, mi entrañable amigo!
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