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"Fantasmitas", teatro a la altura de los niños

Cinco niños escapan de un albergue para migrantes en Estados Unidos y deciden huir hacia el Sur, pero tienen que cruzar el desierto, buscar las vías del tren y llegar hasta la frontera. El peligroso viaje es, sin embargo, una aventura fantástica acerca de la amistad y la solidaridad como antídotos contra el mal del mundo. De eso se trata “Fantasmitas”, una obra de teatro que está hecha con evidente amor por sus propios temas y personajes. Da funciones los domingos de marzo en el Teatro Experimental, a las 13:00 horas, y es muy buena para niños mayores de seis años y para sus adultos. 

Tema y personajes son, sin embargo, más complejos que la pura descripción del argumento y sus motores. Vale la pena señalar otros rasgos.

Primero, una dramaturgia centrada en buscar “la altura” del público niño: escrita por Oz Jiménez —artista y profesor de la escuela tapatía Inart—, “Fantasmitas” obedece a la tradición de traducir asuntos graves al público más joven. Como cualquier espectador de teatro mexicano sabe, hace unas tres décadas que la dramaturgia para niños explora cualquier tema, desde el abuso sexual hasta la guerra, con un singular éxito en pos de formas que permitan a este público sentir, pensar y entender: son temas delicados, pero es mejor exponerlos con cariño que ocultarlos.

La clave está en ponerse “a la altura” de los niños, pero eso implica una especial sensibilidad; “Fantasmitas” es un texto digno de observación en ese sentido, ambicioso y crítico; sin ahondar en la crueldad o la violencia, se dirige con sinceridad a los espectadores jóvenes, aunque para un adulto roce lo melodramático. 

Segundo, un trabajo escénico que también resultará familiar a espectadores tapatíos. La directora invitada es Susana Romo, parte del grupo tapatío A la Deriva, que está especializado en públicos jóvenes, y cuya mano se nota: el movimiento y la secuencia como herramientas escénicas, los gestos simples que exigen disciplina actoral —brincar para cambiar de día o de lugar, por ejemplo—, son convenciones que extraen el potencial de la dramaturgia; la gracia está en colocarlas con precisión.

“Fantasmitas” es, además, un trabajo lleno de los cinco jóvenes que lo interpretan y de su gestualidad, indispensable para construir el tono del montaje: cinco veinteañeros que actúan como niños sin edad. Si bien hay problemas con la dicción (con la voz como elemento técnico, y con la voz “de niño” en lo particular), consiguen una organicidad que se enriquece con la iluminación y con el lindo vestuario original, y que ayuda a equilibrar ciertos excesos, como los de la musicalización.

El domingo 8 de marzo fue especial para el grupo: en 2019, antes de estrenar, ya habían sido invitados al Festival Internacional de Arte de Ubumuntu, en Kigali, Ruanda; este 8 de marzo debían haberse presentado allá. No pudieron viajar, pero su presentación en el Expe terminó con público feliz, lleno de preguntas y de ganas de abrazar a los actores. Porque “Fantasmitas” es una obra que puede mejorar mucho, pero ya está a la altura de muchos niños, y su efecto es difícil de olvidar. Por eso, además, deben verla los adultos.

ivangonzalezvega@gmail.com
 

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