
Falta de certidumbre
Otra vez dos historias. María del Refugio me escribió sobre su experiencia como inquilina: “Tuve que firmar mil contratos; yo pagaba todos. Me pidieron miles de referencias, me investigaron más que el FBI”. Al final, me relató, nunca le regresaron su depósito.
Francisco también me escribió como casero. Me habló de “los riesgos de arrendar” y la falta de certeza jurídica. Además de los costos de mantenimiento, pagos contables, administrativos, la presión del SAT, etcétera.
Ambas historias surgieron, junto con otras, de personas lectoras de la columna de ayer “Inquilinos y caseros” en donde solicité que me compartieran su experiencia en uno u otro “bando”.
En México, alrededor de una de cada cinco viviendas en zonas urbanas son rentadas (INEGI).
La relación inquilino-casero se ha convertido en una de las relaciones sociales más complejas en la actualidad.
Para entender por qué sólo hay que repasar el contexto: crisis de vivienda accesible, especulación inmobiliaria, corrupción e ineficacia del sistema judicial y falta de certidumbre jurídica.
Las diferencias entre caseros e inquilinos se dirimen en medio de batallas legales interminables, engaños, gandallismo puro y, muchas veces, como ocurrió en Chalco, Estado de México, a través de la violencia extrema.
En Jalisco, un casero puede aumentar la renta de un año a otro a su criterio. En la Ciudad de México, en cambio, acaban de regular para que el aumento no supere la inflación. El arrendador también impone condiciones, cobros y costos arbitrarios.
En México, un ocupante ilegal de una vivienda puede alegar que él es el poseedor “pacífico” del inmueble si el dueño legítimo no estaba presente. Eso obliga al dueño a un engorroso litigio para probar su derecho de propiedad.
También existen despojos en donde se falsifican documentos con la complicidad de notarios y funcionarios judiciales. O la suplantación de identidad y el fraude cuando alguien se hace pasar como dueño de un inmueble y lo renta a un tercero que alquila de buena fe.
Sin un debate legislativo amplio sobre las reformas necesarias para atender los desequilibrios entre caseros e inquilinos; sin una política de vivienda accesible y sin un saneamiento del poder judicial difícilmente tendremos una historia distinta para contar.
Lo explicó muy bien un lector: “Se puede comparar con países desarrollados en donde las condiciones al arrendar tienen una ventaja: CERTIDUMBRE”.
jonathan.lomeli@informador.com.mx