Falda o pantalón
Para muestra basta un uniforme y nunca se nos había ocurrido. ¿Para muestra de qué? De la madurez de nuestra democracia, de la capacidad ciudadana para deliberar sobre asuntos cotidianos que se inscriben en esferas más amplias de derechos individuales y rumbos colectivos.
Eso de que los estudiantes puedan elegir pantalón o falda es una gran idea, pero es al mismo tiempo una muy triste noticia. Intentaré explicar por qué, pero desde ahora adelanto que no tiene qué ver con luchas por la equidad o con batallas para mantener a los sexos separados en rosa y azul, sino con la construcción de ciudadanía y fortalecimiento de la democracia.
¿Por qué? Porque es un tema que funciona como poliedro. Es lo suficientemente cercano y cotidiano como para que todas las niñas y niños lo puedan discutir en casa, con amigos y ante las autoridades escolares. Es un asunto de comunidad, que permite la deliberación en grupos cerrados (la escuela) sobre medidas de organización colectiva (el orden buscado con los uniformes) y herramientas de sanción o incentivos. Al mismo tiempo, es un tema de interés público amplio, pues toca el desarrollo de la personalidad, las libertades individuales y la relación de la colectividad con el equipamiento a los distintos sexos.
Así, el uso de falda y pantalón es un tema perfecto para la deliberación pública, para el ejercicio de derechos y para la exigencia del reconocimiento de estos. Es decir, para la construcción de ciudadanía. Pueden participar ciudadanos en formación (los niños y adolescentes), las familias, las autoridades escolares y el colectivo amplio. Puede quedarse en la escuela, puede ser un asunto de barrio, un tema de autoridades locales o hasta un movimiento de adolescentes. Una maravilla de tema poliédrico para la vida pública.
Y aquí viene lo triste. No salió de esa deliberación adolescente, escolar, familiar, de colectivos, sino que fue iniciativa de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y se plasmó en una circular dirigida a las escuelas capitalinas.
¡En una circular! Porque claro, el uso del uniforme es una medida de organización que no está regida por la ley. Las escuelas pueden flexibilizar las normas. Los padres pueden pedir discusión, los alumnos pueden exigir respeto a su elección, abanderar la causa.
En Inglaterra, el año pasado, un grupo de niños se puso falda en verano y exigió ante las autoridades de su escuela que se reconociera su derecho a sentirse más frescos. En Fribourg, Suiza, un grupo de niñas de 14 años mandó cartas al periódico local defendiendo su derecho al desarrollo de la libre personalidad, un derecho que ya estaban ejerciendo.
Pero aquí esperamos a que la autoridad diera permiso para algo para lo que no se necesita permiso. Aunque a muchos nos parezca evidente que el uso de pantalón o falda debe ser optativo, aunque a prácticamente todas las mujeres nos parezca obvio que las niñas pueden estar más cómodas con pantalón, todos esperamos a que la autoridad diera indicaciones.
Con una circular. Por eso afirmo que esta es una buena idea, pero una triste noticia pues corrobora nuestra inmadurez ciudadana, la incapacidad para ejercer derechos que la autoridad no nos pone en bandeja.