Ideas

Ex-Club de Tobi

Gradualmente, el mundo de la música va dejando de ser la extensión que fue, durante siglos, del Club de Tobi, cuya ley suprema era que “No se admiten mujeres”.

Si la presencia femenina en los atriles de casi todas las grandes orquestas ya es significativa -y muchas veces, incluso, mayoritaria-, algo similar sucede en los pódium. La ucraniana Oxsana Lyniv, hace un año, fue la primera mujer en dirigir (la ópera “El Holandés Volador”, de Wagner) en el prestigioso Festival de Bayreuth; la coreana Han-Na Chang (chelista, además) y la mexicana Alondra de la Parra, entre otras, incursionan exitosamente desde hace varios años en las grandes ligas de la dirección orquestal. La china Elim Cham, quien ya ha dirigido en México, fue, en días pasados, a primera mujer invitada a dirigir en 71 años de vida del Festival Internacional de Santander, en España.

En lo que hay oportunidad de dar cuenta de su desempeño en ese evento, en YouTube hay varios botones de muestra del talento de Elim -“admirada por su combinación única de dramatismo y ternura, poder y delicadeza que la llevaron a ser la primera mujer ganadora del concurso de dirección Donatella Flick”, decían las notas de prensa- para un trabajo privativo, hasta hace poco, del sexo masculino, y en el que varios monstruos sagrados parecen inalcanzables: Toscanini, Furtwangler, Klemperer, Celibidache, Stokowski, Abbado, Carlos Kleiber...

Al margen del tono crítico de algunos comentarios de los melómanos, y en el entendido de que “sobre gustos no hay nada escrito”, algunas notables muestras del talento de Elim Cham disponibles en YouTube serían su versión de la Quinta Sinfonía de Tchaikowsky, al frente de la Orquesta Filarmónica de Países Bajos, en el Concertgebouw de Amsterdam, el 19 de enero de 2020; la Sherezada, de Rimsky Korsakov, y las Variaciones sobre un Tema Rococó, de Tchaikowsky, con la Filarmónica de Rotterdam y Pablo Ferrández como solista al cello, al día siguiente, en el mismo escenario.

Más allá de la gestualidad -sobria, eficiente, sin los manierismos de directoras (y aun directores) proclives a la coreografía-, Elim cumple con un desempeño ejemplar en el respeto de la partitura: todos los instrumentos se escuchan con claridad y limpieza, justo donde los compositores lo dispusieron.

Las tres, pues -en excelentes grabaciones, además-, muy bien podrían sumarse a las consagradas como versiones de referencia de sendas obras de repertorio.

jagelias@gmail.com

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