Estatuas
“¡Lo que ve el que vive!”, diría Ricardo Garibay...La noticia (El Universal, ayer) consiste en que integrantes de la asociación civil “Realidades en mi Mundo Mágico” mandaron a elaborar una escultura del Presidente López Obrador, en dimensiones reales, “como reconocimiento a sus éxitos durante su gobierno, y la cual buscarán que sea instalada en Palacio Nacional”.
-II-
Bien. Como en las historietas de Tobi, “La Araña investigó”. Así, ahora sabe que dicha A. C. fue fundada en 1994 por Eduardo Abelardo, con la intención de “ser la institución líder en sembrar árboles”, para contrarrestar “el deterioro ecológico que ocasionan el exceso de actividades humanas y la sobrepoblación”; que entre sus fundadores estuvieron Tito Guízar (cantante y actor), Cruz Lizárraga (músico, fundador de La Banda del Recodo), Raúl Anguiano (pintor) y Julio Alemán (actor).
El susodicho Abelardo, su presidente fundador, informó que “la obra será entregada al Presidente como muestra (sic) de su incansable trabajo en la lucha contra la corrupción política y por conseguir la vacuna contra la pandemia y por el bienestar social de nuestro pueblo México (resic)”.
-III-
De las reacciones a la iniciativa de “Realidades...”, etc., hay, hoy, sobrados testimonios -y no pocos memes entre ellos- en los medios electrónicos.
No viene al caso, muy probablemente, pero fue inevitable recordar el derribo de la estatua del ex presidente Miguel Alemán en la Ciudad Universitaria, el 4 de junio de 1966, cuando “una explosión desprendió la cabeza de la estatua después de ser taladrada”; la vandalización de las estatuas de Cristóbal Colón en varios países al conmemorarse el V Centenario del Descubrimiento de América; la destrucción de las estatuas de Francisco Franco en España en 2007; las de los confederados en Estados Unidos en 2017, o las de los otrora próceres comunistas en los países de Europa Oriental tras la desintegración de la Unión Soviética.
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Al margen de las reacciones, vale consignar que Alfredo González Ruibal, Investigador del Patrimonio y divulgador histórico, expresó (“El Diario”, Madrid, VI-10-20) que “tirar estatuas o destruir monumentos” son conductas sociales que se vuelven recurrentes, al considerarse que sus méritos son falsos y que los valores que supuestamente encarnaron en el pasado los personajes a los que representan, ya no son válidos o legítimos en el presente.
Por lo demás, una de las pocas utilidades prácticas que muchas estatuas -no todas, puntualicemos- tienen, consiste en que las palomas hagan con ellas lo que muchos humanos harían... si tuvieran alas.
(fin).
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