¿Estamos ahora sí preparados para una presidenta?
Ciertamente, aún no hemos tenido la experiencia en México de que una mujer llegue a la Presidencia de la República, pero de una u otra manera hemos estado preparados para que nos gobierne una mujer.
A pesar del machismo, la cultura latinoamericana tiene mucha tradición de matriarcado, sobre todo a nivel doméstico. Las mujeres son dueñas y señoras, salvo en los hogares en los que se mantiene viva la tradición del hombre dominante y mandamás en todo.
Precisamente la carencia de inteligencia emocional de los hombres para poder vivir en equidad y armonía con las mujeres es la violencia, la amenaza, el control y el sometimiento.
Es bien sabido en los estudios de las costumbres familiares que los varones más inseguros y frágiles son los que menos soportan a las mujeres fuertes y dominantes. Porque en el fondo le tienen miedo, y por ello muchos padecen de “mamitis”, que es esa idolatría a la madre y que, a pesar de estar casados, mantienen una estrecha y cercana relación sumisa con la madre.
El “machismo” es más bien una expresión de miedo al dominio femenino, y en consecuencia, se vive luchando por someter y doblegar a las mujeres con tal de no permitir su autoridad y mando. Y si de casualidad, la esposa, la hermana y la hija resultan bravas y retadoras, el hombre recurre, a menudo, a la violencia verbal o económica. Por medio de enojos, gritos y castigos, acaban por querer imponer su poder masculino.
Ese estigma es el que aún nos hace pensar que muchos hombres machistas no están preparados para permitir que una mujer gobierne. En el fondo, el hombre quiere seguir en el puesto más alto del poder político, y querrá seguir teniendo el poder por medio de una mujer que se deje dirigir.
Hay una enorme resistencia a obedecer las instrucciones y decisiones de una mujer. Pues para muchos hombres inseguros, la mujer no es tan inteligente ni conocedora de las complejas intrigas y formas del mundo de la política. Así que no es fácil ceder a un modo diferente de ejercer el poder y la autoridad.
Con las anticipadas precampañas políticas para dar a conocer a los posibles candidatos a la presidencia de la República, se puede notar que estamos entrando de lleno a una era más femenina en la política en México. Se están despertando nuevos tipos de emociones y hasta afectos. Una manera más sensible de matizar el discurso político y de llegar al corazón de la población.
Sin duda, ya estamos listos para una mujer en la Presidencia. Los radicales machistas van a tardar mucho en aceptarlo.