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¿Está lista la sociedad?

¿México está listo para que lo gobierne una mujer? Frente a un proceso electoral donde serán elegidas 10 mil mujeres para cargos de representación popular (desde regidurías, diputaciones, senadurías hasta alcaldías, gubernaturas y la Presidencia del país), la pregunta resulta arcaica. En lugar de esa anticuada cantaleta, el planteamiento habría de ser otro.

El paradigma del papel de la mujer, tanto en lo público como en lo privado, cambió. Y ello implicará que -cada vez de manera más necesaria y pese a cualquier resistencia- también tenga que irse modificando el rol que desempeñan socialmente los varones, no sólo en el ámbito laboral y económico, sino dentro del hogar. 

Así como hoy tenemos miles de mujeres incursionando en la política también las hay dirigiendo empresas y organismos no gubernamentales, encabezando asociaciones, equipos deportivos y culturales. Y desempeñarse en esos espacios implica que alguien más se está haciendo cargo del hogar y de los cuidados de infantes y adultos, labores sin remuneración que tradicional y estereotípicamente recaen en las mujeres, asumiendo que por una absurda cuestión de género le corresponden a ellas.

Vivimos en un país donde las circunstancias para el desarrollo profesional de hombres y mujeres es totalmente inequitativo. En promedio, las mujeres dedican a esas tareas 42 horas a la semana y los hombres 19 horas. Y de manera paralela, las mujeres dedican, en promedio, 35 horas al empleo remunerado y los hombres 42 horas. Así lo documentó recientemente la organización “México, ¿cómo vamos”. Lo que significa que, además, hay mujeres que trabajan a la vez fuera y dentro del hogar, con tremendas sobrecargas.

Para salir a crecer laboral y económicamente, las mujeres primero tienen que resolver el trabajo del hogar. Mientras el varón suele salir a trabajar sin preocuparse por preparar la comida o si hay leche, tortillas o queso, si la ropa está limpia o hay detergente para lavarla, si las criaturas hicieron la tarea, se tomaron la medicina o los abuelos están bien... Esas son tareas de un alto valor agregado, pero que se tienen infravaloradas.

La gran pregunta es cómo generamos un cambio de visión, donde involucrar a los varones en esas labores no signifique ayudar a la mujer sino asumir que son corresponsables. 

Porque hoy, para que haya más mujeres incursionando en lo profesional y lo político, gobernando, encabezando organismos y dirigiendo proyectos, se requieren cambios en las dinámicas dentro del hogar, donde las tareas no son cuestión de género.

El país está listo para ser gobernado por mujeres. Lo que habría que cuestionarse es si como sociedad estamos preparados para que las tareas del hogar y cuidados no remunerados sean corresponsables. Porque ya hay mujeres gobernando, desarrollándose en espacios de poder y toma de decisiones, en cualquier ámbito, público o privado. Y para eso no hay vuelta atrás.

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