Ideas

Esperando el porvenir de lo que va pasando

Esta es la era de lo políticamente correcto, todos lo sabemos, todos la experimentamos, todos somos verdugos de ella y todos somos víctimas también. Aún no sabemos los estragos que el lenguaje y la libertad de expresión vayan a experimentar en el futuro cercano o lejano, sin embargo conocemos las consecuencias de otras épocas y es por ellas que medimos y calculamos las consecuencias del pasado que se impone día con día en todos los ambientes y niveles. Es ahora que con cautela pisamos lento sobre los comentarios -y frente a quién- los expresamos, sopesamos el entorno en el que hacemos chistes -y sobre qué temas- los contamos y cuidamos en extremo al público al que nos dirigimos cuando lo hacemos.

Algunos de nosotros hemos optado por el silencio, por la autocensura, por la extrema prudencia vista desde el mejor lugar y con el objetivo de no molestar, de no hacer olas, de no incomodar a chicos o grandes o de un género o del otro, y por no detonar una bomba que socialmente podría salirnos carísima, para todos. El silencio que es la representación de la extrema prudencia o pudor ya llevado al límite, por el otro lado, es una medida pacifista y al mismo tiempo violenta que bien encausada no sólo podría ahorrarnos salir ensangrentados en redes sociales o en reuniones familiares, podría ser el vehículo que nos mantenga alertas y aprendiendo a escuchar con mucha más atención el mundo en el que hoy vivimos.

El límite es el querer e imponer una agenda desde lo alto para que se ejerzan ciertas tendencias que para todos se vuelven reglas, normas y casi leyes que amenazan la historia de la humanidad, misma humanidad que siento yo, no logra ponerse de acuerdo en los asuntos realmente importantes. La hambruna, las guerras, la cruel desigualdad social, la pobreza cultural, la falta de oportunidades para ejercer la vocación profesional, el calentamiento global y los miles de asuntos varios que al no ser atendidos, insisto, históricamente, sólo quedan sepultados época tras época, moda tras moda y morales líquidas y de mala procedencia. En fin, el silencio también es un arma, y aquí habemos muchos tomando nota y preguntándonos qué es lo que esta época nos dejará en el futuro a nosotros, al arte, a nuestros hijos y al sistema inmenso del que somos parte.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
 

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