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Espacios verdes vitales: Unidades Deportivas versus Unidades Integradoras

Es un lugar común decir que nuestra realidad post-coronavirus deberá ser diferente a lo que ahora tenemos. Y en uno de los primeros lugares como requerimiento de una ciudad sana están los espacios verdes. De todos tamaños, en todas las ubicaciones, en distintos formatos.

Derivada de una idea que debe datar del régimen de Adolfo López Mateos se construyeron con todo vigor esas instalaciones que dieron en llamarse “unidades deportivas”. Su índole fue distinta a los parques tradicionales por el énfasis aplastante en la instalación de canchas de juego, pistas, graderías y etcétera. Esto hizo que nunca se explotara plenamente los más o menos amplios predios para convertirlos en bosques urbanos perfectamente compatibles con lo deportivo.

Así es que, respecto a las unidades deportivas: deben mutar para ser unidades de recreación familiar con un alcance a toda la población y con servicios y espíritu adecuados. El viejo modelo de “unidad deportiva” debe, al fin, evolucionar para cumplir funciones mucho más amplias y trascendentes para las poblaciones a las que atienda.

Es todavía usual observar el típico panorama en tantas unidades deportivas. Son espacios mayoritariamente usados por hombres de entre 13 y 25 años. Los adultos mayores, los niños y las mujeres son mucho menos en el aprovechamiento de las instalaciones. No es raro, por tanto, el acoso a las mujeres. Los niños chicos son escasos, así como las mamás que los acompañen. En suma, las unidades deportivas son espacios de segregación antes que de unidad.

A lo anterior se suma una idea errónea del control de tales infraestructuras, que están circuladas con maya ciclón y poseen uno o dos accesos únicos. Está comprobado que esta medida vuelve más peligrosa la operación de la unidad y acentúa la propensión a cometer delitos en su interior y en todo su perímetro exterior. Total, una o dos canchas de tierra, unas canastas de básquet rotas, unos baños absolutamente vandalizados, una imagen urbana deplorable.

Hay que pasar de tener unidades deportivas a tener “unidades integradoras verdes”. No canchas con algunos árboles sino muchos árboles con ciertas canchas bien acomodadas. Unidades integradoras a donde todos los estratos de edad de los barrios tengan acceso, que sean foros para múltiples actividades culturales, que sean porosas, sin bardas ni límites, que sean habitables las 24 horas del día.

Es cuestión de replantear de raíz la naturaleza y el funcionamiento de todos nuestros espacios públicos. Comencemos por las unidades deportivas convertidas en unidades integradoras verdes. Urge.

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