Ideas

Ese caminar por nuestra vida

En este caminar por nuestra vida hay ocasiones que creemos estar en los infiernos, por eso acudo a “La divina comedia” de Dante para compartir con él la desolación que se siente cuando vemos a los que sufren sin que podamos hacer algo para evitarlo. 

Pocos ensayos me han permitido entender mejor la obra de Dante que las “Claves poéticas de La divina comedia” de Franc Ducros, publicado en el 2011 por Ficticia Editorial en coedición con la Universidad Veracruzana en esa colección que dirige nuestro querido amigo Javier García-Galeano. En el Prefacio, Dulce Ma. Zúñiga recuerda cuando en 1986 Franc Ducros fue invitado por el Centro de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara para hablar de las obras de Dante.

Este especialista en Dante nos aclara el significado desde la primera línea: “Nel mezzo del cammin di nostra vita”, en donde, “nel mezzo”, es en el centro de ese caminar por nuestra vida, una medida del tiempo que tiene que ver con el presente, listos para recorrer el pasado, al tiempo que iremos caminando hacia el futuro atravesando, como lo hizo Dante, los círculos infernales.

Dante propuso cuatro maneras de leer su obra: la literal (según el significado exacto de las palabras); la alegórica (como una gran metáfora); la analógica (como comparación) y la anagógica (según la interpretación bíblica). No sé con cuál de ellas lo he hecho ahora que, más que leerla, la he hojeado ansioso, buscando citas en donde pudiera compartir la desolación que nos puede invadir.

Poco antes de entrar a uno de los círculos del infierno, Virgilio le dice a Dante para que se fije bien en “las almas de aquellos a quienes la (enfermedad) venció. Quiero también que tengas por cierto que bajo el agua hay gentes que la hacen hervir con sus suspiros, como te dirán tus ojos donde quiera que se vuelvan… Sus lamentos se les atraviesan en la garganta y no pueden pronunciar las palabras enteras… ¡Ah justicia divina! ¿Qué otra podrá acumular tantos nuevos tormentos y penas como yo vi? ¿Por qué nuestras culpas nos destruyen de ese modo? Como las olas que se estrellan unas contra otras sobre la roca de Caribdis, así es el remolino de los enfermos quejándose...” (Canto VII, El Infierno).

En este ensayo, Ducros explica con manzanitas que, cuando Dante dice “cammin”, habla del acto de caminar, tal como significa en italiano y no el camino o la carretera, sino el caminar por nuestra vida, como lo hizo acompañado por Virgilio antes de llegar a la cima iluminada de la mano de Beatriz.

Pero, en ese caminar entre los infiernos, Dante se queda desolado cuando ve a Francesca da Rimini y ella le cuenta su tragedia amorosa. Entonces, baja el rostro, tan bajo que su maestro le pregunta, “¿qué piensas?”, como esas ocasiones que estamos cabizbajos después de escuchar “los gritos de desesperación y vemos a los espíritus dolientes llorando.” 

Sus padres lo bautizaron Durante, un nombre que viene del “sufrimiento”, pues “durare” en italiano significa “sufrir y soportar”, como le pasó en su exilio o mientras recorría los infiernos. 

Resulta que la experiencia en el sufrir es lo que luego le va a permitir “dar” convertido en Dante: “El que da, el dador”, tal como le llama Beatriz cuando lo encuentra después de haber pasado por los infiernos y de haber estado perdido en medio de la selva antes de caminar en espiral hasta llegar a la cima, pasando, metafóricamente hablando, de la ignorancia a la sabiduría.

“Diré otras cosas de las que en ella vi”, pues sabe que “diciendo” es como puede consolar a los que seguimos caminando, a pesar que sabemos el trabajo que le cuesta describir “aquella selva tupida, áspera y salvaje, cuyo recuerdo renace nuestro miedo.” 

Entonces, si tenemos el valor que tuvo Dante de recorrer los nueve círculos infernales y de haber librado todos los obstáculos, para que lleguemos a la cima para disfrutar de ese perfecto contento interior que nos hace esbozar una sonrisa.

malba99@yahoo.com

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