“Escuchamos, no juzgamos”
La premisa es: escuchar sin juzgar. En principio suena bien, porque cada vez escuchamos menos, porque oímos lo que nos dicen sin prestar total atención, porque hay conversaciones en las que estás físicamente y con la mente en otro lado. Pareciera que cada vez se va perdiendo esa maravillosa habilidad de saber escuchar.
“Escuchamos, no juzgamos” es una tendencia, un reto o, mejor dicho, es un juego que se ha vuelto viral en redes sociales, pero también un arma de doble filo. Quizás usted ya lo haya visto en internet. Se trata de vídeos donde -principalmente parejas, amigos o familiares- comparten cosas que hicieron, pensaron o sintieron, y de las que no habían hablado antes. Siempre bajo la premisa de que la persona que escucha no juzga ni emite comentario alguno.
Ahí está lo primordial del desafío. Porque escuchar sin juzgar supone poder hablar abiertamente del cualquier tema o asunto sin que te critiquen, opinen o cuestionen. Para quien habla implica, de entrada, que está en un espacio seguro donde puede compartir secretos o hacer confesiones y ser escuchado con empatía, sin prejuicios.
El reto comenzó en TikTok, basándose en una escena del programa estadounidense “Malcolm el de en medio”, donde los personajes Hal Wilkerson y su esposa Louis se hacen una serie confesiones… que terminan en un ataque mutuo, tal y como ha venido sucediendo en varios vídeos del reto “escuchamos, no juzgamos”.
“Sin querer me gasté 800 dólares en sexo telefónico”, le dice él. “Me estaba maquillando mientras conducía y arrollé tus palos de golf”, le responde su esposa.
“Quemé e hice un agujero a tu vestido favorito”, confiesa el marido. “No te dieron el ascenso porque llamé a tu jefe ‘obeso’ en la fiesta de Navidad”, suelta la mujer en ese episodio.
En los vídeos de esta tendencia -seguramente encontrará más alguno en Facebook, X, Tiktok e Instagram- los participantes se hablan directamente y sin rodeos: “Esa vez que estaban rotas tus pinturas, fui yo porque se me cayó la bolsa”, “Los fines de semana me hago la dormida para no levantarme a darles de desayunar”, “Los dulces que dejas no se los come tu papá, me los como yo cuando ya estás durmiendo”.
Y aunque algunas de las confesiones son graciosas y algunas más serias (con temas, por ejemplo, de salud mental), también las hay ofensivas y agresivas: “Cuando me mandas mensajes, a veces los leo por encima, pero no te contesto porque no tengo ganas de hablar contigo”, le dice una joven a su pareja en un vídeo de TikTok, con más de 19 millones de reproducciones. “A mi me gusta más estar trabajando que estar en mi casa, para no verte la cara”, le responde el chico, en lo que pareciera una parodia, donde el reto bien podría ser “escuchamos y nos divorciamos”. Porque “no juzgar” jamás debe confundirse con tolerar o permitir ataques ni situaciones violentas.
El juego de “escuchamos, no juzgamos” deja entrever un poco lo que somos como sociedad, donde es urgente aprender a comunicarnos con respeto y empatía. Escuchemos sin prejuicios y expresemos lo que sentimos cuidando no lastimar.
Escuchar es un acto amoroso, en muchos casos. El otro u otra me importa. ¡Felices fiestas! Y que sean de compartir y agradecer.