Esclerosis inclusiva
Hace unos días la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco, CEDHJ por sus siglas, giró una abundante serie de recomendaciones en beneficio de todas aquellas personas, menores y mayores de edad, que viven con algún tipo de discapacidad ya sea física ya sea mental. Tanto por la sustancia como por la cantidad de dichas recomendaciones pudiera uno pensar que tanto gobierno como sociedad viven en un nicho de indiferencia afirmando que avanzamos cuando damos pasos para afrás.
Las mentadas recomendaciones van desde la elaboración de un proyecto de egresos que cubra las necesidades de este colectivo —supuestamente ya se hizo— hasta llevar a cabo un censo actual y confiable que no solo cuente personas sino que abunde en la información de edad, sexo, condición de discapacidad, situación económica, social y cultural, además, trabajo que deberá abarcar los 125 municipios del Estado de Jalisco.
Resulta lamentable pero es una realidad, que los censos hechos hasta ahora se han llevado a cabo o evadiendo la realidad o con irresponsable desdén por el tema. No olvidemos que se trata de un problema angustioso para quien lo vive en su propia realidad.
Según datos del INEGI existen en Jalisco 430 mil personas que viven con algún tipo de discapacidad, además se calcula que año con año se integran a esta cifra 13 mil personas —no se tiene el dato de cuantas de ellas fallecen anualmente—. Refugiado en sus propias burocracias, el sector gobierno no tiene determinado planes y estrategias concretas para atender al colectivo en comento, peor aún, la sociedad vive en un estado de sopor, “cuasi” escondido en sus arraigadas indiferencias, sin contar un buen número de posturas de francas discriminaciones.
Ambos entes, sector público, sector privado, requieren de una restauración moral que les contagie de sentimientos de justicia y generosidad hacia grupos de seres humanos que deben ser vistos y tratados con la paciente mano de la solidaridad. Estamos hablando de un reto monumental en el que se avanza poco y con frecuentes interrupciones, el colmo es que ni siquiera la terminología adecuada se usa para referirse a este colectivo, vgr.: debe decirse o escribirse PERSONAS CON DISCAPACIDAD, no solo “discapacitados” el énfasis es para que asumamos que ante todo son personas; mucho menos usar el término “minusválido” ya que en tanto persona el valor es el mismo de cualquier otra.
De no atender el centenar de recomendaciones emitidas, cualquier acción que se haga a su favor estará condenada al fracaso dejando a las personas en situaciones de fragilidad y precariedad.
En cambio, de trabajar sujeto a los esquemas establecidos, será una forma de ratificar la parte de justicia social que tanto gobierno como sociedad deben practicar en forma constante. Resulta frecuente que los gobiemos y el sector social adopten posturas de cierta discreción y distancia respecto a la atención de colectivos en situación vulnerable lo que provoca que se tome distancia de la importante condición de inclusión. Las multicitadas recomendaciones hechas por la CEDHJ son de tal condición de claridad y urgencia que de ser atendidas se borrara el agravio del histórico abandono al que han sido sometidos. Tengamos presente que la indiferencia conduce a la desolación. Es deseable que las recomendaciones hechas por la CEDHJ sean debida y oportunamente atendidas sin tratar de eludirlas apelando fáciles argumentos. Al fin y al postre recordemos al escritor chino Lin Yu-Tang: “quierofener la libertad de ser yo mismo”. A eso aspiran.