Escenario Catastrófico
El pasado jueves 3 de octubre se llevó a cabo en las instalaciones de la Universidad Panamericana en Guadalajara, el XIV Congreso Internacional de Innovación Financiera del IMEF, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. En dicho Congreso, una de las invitadas estelares fue la subgobernadora del Banco de México, la Mtra. Galia Borja. Quien nos impartió una conferencia sobre las expectativas económicas que tenía el banco central.
La conferencia fue acorde con lo planeado: un repaso por el escenario internacional, un recorrido por los factores internos y una parte final de expectativas económicas. Una de las ideas que se me viene a la mente cada vez que escucho a personalidades de donde ocurre la toma de decisiones, confirmo una cosa: la calidad de la información disponible es la misma.
Muy diferente a mis años universitarios, en los que el internet estaba en pañales y el tener acceso a la información oficial de calidad significaba consultar apéndices estadísticos de los informes de gobierno del presidente en turno. Hoy, gracias al internet, la información con la que contamos todos, es la misma.
Desde cualquier lugar se puede hacer un análisis económico tan bueno como el que presenta una de las máximas autoridades del Banco de México.
Entonces, si la conferencia no presenta novedades o información privilegiada que no se conozca, ¿por qué vale la pena asistir a estos eventos?
En mi caso, por las preguntas. La sesión de preguntas al final de las charlas es la más interesante de las sesiones. Las preguntas de los asistentes, sacan de su zona de confort a los conferencistas. Los exponen a armar respuestas sin haberlas preparado con anticipación. Los obligan a salirse del guion.
Y en esta ocasión, no fue la excepción.
Mientras la subgobernadora presentaba una expectativa de crecimiento para México en 2025 del 1.2 por ciento, al mismo tiempo hablaba de lo importante que sería que el nuevo gobierno presentara un plan para concretar un recorte en el déficit fiscal de 3 puntos del PIB.
Tres puntos del PIB de México equivalen a mucho más del doble de lo que gasta el gobierno federal en seguridad pública, por ejemplo, o es el equivalente a todo el gasto en un año en infraestructura y mantenimiento. En pocas palabras, el problema que tiene la gente en Hacienda de Sheinbaum es hacer un recorte brutal que, en medio de un ambiente de desaceleración, sumirá a la economía mexicana en un crecimiento cero o de plano, en una recesión ligera.
Entonces la pregunta que se le hizo a la Mtra. Galia era: ¿Cómo compaginar un crecimiento del 1.2 por ciento cuando existe la posibilidad de realizar un recorte al déficit fiscal de un tamaño que no se había visto en México desde la crisis de 1982?
La subgobernadora Borja no respondió. Dio un par de ideas generales de que “confiaban” en que la gente en Hacienda “haría un gran trabajo”. Y ya.
Pero lo mejor del evento, fue cuando un profesor le hizo la última pregunta: “¿El Banco de México trabaja con distintos escenarios de cara a lo que puede pasar con la economía mexicana y si alguno de esos escenarios incluye la posibilidad de que el gobierno de México pierda el grado de inversión en su deuda pública?”
La pregunta descolocó a la ponente, porque de inmediato negó que Banxico trabajara con distintos escenarios y de inmediato se apuró a afirmar que esa posibilidad, de que las calificadoras le quitaran el grado de inversión a México, era un escenario “catastrófico” y que no era necesario ser “tan catastrofistas”. Y ya.
Lo que me dejó más preocupado es que ahora no sé si Banxico trabaja con diferentes escenarios económicos, que pueden ir desde los optimistas hasta los pesimistas. Y aunque a la funcionaria de Banxico no le guste, son las mismas calificadoras las que han estado mandando mensajes de que un déficit fiscal del 6 por ciento del PIB es insostenible en México para los próximos años.
¿O sea que en Banxico simplemente ignoran la posibilidad de un cambio de ese tipo o sí lo toman en cuenta en sus análisis, pero prefirió ni siquiera confirmarlo?, ¿por qué?
Si las personas ignoráramos los riesgos de las cosas malas que nos pueden pasar, simplemente no pagaríamos por un seguro de vida, de auto o de gastos médicos. “¿Para qué ser tan catastrofistas?” Diría la subgobernadora.
¿O de plano, es una situación tan mala, que se prefiere, ni siquiera hablar de ella como una posibilidad?