¿Es la inflación un tigre feroz o un inofensivo minino?
Tenemos un dato: la inflación en la primera quincena de junio fue de 5.75% anualizada. A partir de este dato, empiezan las interpretaciones. Lo más importante es tener claro si esto es regular, malo o pésimo. En otras palabras: ¿es momento de preocuparnos o podemos estar tranquilos?
Leamos primero lo que tuiteó Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México: “La noticia de inflación que se da a conocer hoy es definitivamente mala: la tasa subyacente de la primera quincena de julio es la más elevada para una quincena similar desde 1999”.
La inflación subyacente, que preocupa a Jonathan Heath, es aquella que excluye bienes o servicios de alta volatilidad. Su preocupación no puede pasar inadvertida porque la inflación que ahora vivimos se explica principalmente por el alza de precios en los energéticos y en los alimentos. Los productos que más aumentaron de precio fueron el transporte aéreo, que subió 56%; el gas LP, que incrementó 34%; la carne de cerdo, con 17%; la gasolina Premium, que subió 16.48% y las tortillas de maíz, 13.5 por ciento. Todas las alzas tienen como referencia el mismo momento del año pasado.
Sobre el mismo tema se pronunció, también en Twitter, otro subgobernador del banco central, Gerardo Esquivel. Escogió otro ángulo y encontró la forma de ver el vaso medio lleno: comparó el diferencial de inflaciones entre México y Estados Unidos en un periodo que va del 2017 a la fecha. Esquivel muestra cómo entre mayo y julio de 2017, México tenía una inflación superior a 6%, mientras que Estados Unidos estaba por debajo de 2% (la diferencia era de más de 4 puntos porcentuales). Para julio del 2021, México está en 5.75%, mientras que nuestros vecinos registran 5.4% (la diferencia es de 0.35 puntos porcentuales).
Al subgobernador Esquivel parece tranquilizarlo esta convergencia de los niveles inflacionarios con nuestro principal socio comercial, aunque el dato estadounidense es un foco amarillo en el tablero porque parece que obligará a la Fed a subir sus tasas de interés, con todo lo que eso implica (volatilidad del peso incluida). El gráfico que Gerardo Esquivel presenta también muestra que hay momentos recientes donde la convergencia se produjo en un contexto de inflación baja, en noviembre de 2019, cuando México estaba abajo de 2.5% y Estados Unidos, arriba de 2 por ciento. En su tuit incluye otro argumento para que no cunda el pánico. Dice: “En 2017 el diferencial entre ambos países creció porque el aumento del precio de la gasolina generó presiones inflacionarias domésticas… La situación actual es diferente y más bien parece responder a factores globales”.
¿Nos bastan los factores globales para explicar las alzas de precios en México? La verdad es que no. Para empezar porque las tarifas autorizadas por el Gobierno subieron 10.75%, respecto al mismo periodo del año pasado. Esto es el doble que la inflación. Además, debemos tomar en cuenta que en México las alzas de precios internacionales se magnifican por el mal funcionamiento de algunos mercados. Es el caso multicitado del Gas LP, donde un incremento del precio internacional se agrava porque el mercado mexicano está controlado por un puñado de empresas, a las que no les hacen ni cosquillas la Cofece, la Profeco y las mañaneras de AMLO.
El alza en el precio de las tortillas es el mayor desde 2012 y tiene que ver con el incremento del precio internacional del maíz, que ha alcanzado máximos desde 2013, pero la explicación no se agota ahí: hay menor superficie sembrada en grandes productores como Sinaloa y Tamaulipas, además, la Cofece ha hecho señalamientos respecto a acuerdos no legales entre empresarios para subir el precio de la tortilla en algunos estados y se refiere al Consejo Nacional de la Tortilla. Para contener los incrementos, el Gobierno aumentó las importaciones de maíz, pero no ha dado resultados. Esto pega porque cada mexicano consume, en promedio, 75 kilogramos de tortillas al año.
México tiene inflación de 5.75% y se han prendido las luces de alerta, porque la meta de inflación del Banxico es 3%, más menos un punto porcentual. Argentina tiene mas de 50%; Brasil está en 8.3% y Turquía en 17.53 por ciento. ¿Qué hacemos… estamos ante un tigre feroz o un inofensivo minino?
lmgonzalez@eleconomista.com.mx