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Error de cálculo o jugada maestra

La invasión del territorio de Ucrania cambió el equilibrio geopolítico en el mundo. Vladimir Putin desplegó una acción militar con tal osadía que muchos pensaron que en cuestión de días lograría hacerse del control de un país, que considera como parte de su ámbito de influencia económica, política y militar. Seguramente tomó en cuenta que Europa dependía en parte de los suministros rusos de energía y las diferencias políticas entre las naciones de la Alianza Atlántica. Su estrategia se basó en información de inteligencia que le indicaba que la resistencia ucraniana sería menor y que una parte de la población apoyaría con decisión a los rusos. La resistencia ha resultado feroz y el apoyo a los rusos muy limitado, por lo que no hubo la victoria relámpago que pretendían los generales rusos.

Por otra parte, las naciones integrantes de la OTAN decidieron emprender una operación de apoyo logístico y suministros militares sin involucrar directamente a sus tropas. Al mismo tiempo desplegaron las naciones económicas más profundas en contra de una potencia nuclear que aislaron en unos cuantos días a la economía rusa.

Luego de seis semanas de guerra podemos ver cómo ambas partes cometieron errores de cálculo respecto de la otra. Vladimir Putin no esperaba que las operaciones militares le costaran más de 10 mil soldados muertos y miles de vehículos, implementos y recursos destruidos, y que el pueblo ucraniano se uniera en una operación de resistencia calle por calle. Tampoco calculó que como resultado de la invasión las naciones de Europa se unieran y diera como resultado un fortalecimiento de la capacidad militar de la OTAN en sus fronteras, respaldada por los Estados Unidos que desplazó miles de efectivos hacia las naciones Bálticas. Menos aún que las sanciones económicas serían tan profundas. Putin ahora está bajo una presión externa que, si bien le fortalece en el interior por la fiebre nacionalista, le debilita profundamente en las fuentes de recursos y le enfrenta a la disyuntiva de mantener una guerra a costa de la calidad de vida de su pueblo, amén del riesgo de desprestigio de su ejército. Por eso ha acercado el botón de las armas nucleares como opción para negociar una salida. 

Por otra parte las naciones de Europa y Estados Unidos, cometieron un error de cálculo también al considerar que los suministros militares necesarios para los ucranianos serían limitados y que podrían manejar la situación sin involucrarse profundamente. También calcularon que las sanciones debilitarían rápidamente la economía y el ánimo en Rusia, cuando lo que en realidad ha sucedido es que los efectos se sienten muy lentamente y la disidencia rusa ha sido controlada hasta ahora.

La jugada maestra calculada en el Kremlin no ha resultado, como tampoco le han resultado las cosas a las naciones Occidentales, así que al final de cuentas el costo enorme de una guerra irracional lo están pagando las personas que sufren, en Ucrania, los estragos de la destrucción y la muerte. La solución al conflicto es incierta, se requerirá una jugada maestra para negociar una solución que permitiera a Ucrania ser parte de la Comunidad Europea y al mismo tiempo mantener un estatus de neutralidad militar para tranquilidad de los rusos. 

Pero más complejo aún, resultaría el crear la sensación de que alguien ganó la guerra. La división de Ucrania en dos al estilo de lo sucedido en Corea, parece estar sobre la mesa, y sólo anuncia el inicio de una nueva era de armamentismo irracional, en donde todo el mundo pierde. Occidente no puede permitirse una derrota como tampoco lo puede aceptar Putin. Un nuevo muro sería sólo postergar un conflicto que parece gestarse entre Occidente y las potencias no Occidentales: Rusia y China. Una invasión ha cambiado el mapa y la vida de millones de personas en el mundo.

luisernestosalomon@gmail.com

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