Entre el coronavirus y la pobreza
La pandemia del coronavirus está enfrentando a los mexicanos con disyuntivas que no habían conocido en las últimas generaciones: literalmente es mantener la salud o la capacidad de obtener ingresos. Naturalmente, un sector de la población goza del privilegio de empleo y recursos, pero es minoría.
Este fin de semana (23 y 24 de mayo), en zonas de la ciudad que habían lucido casi vacías durante todo el periodo de aislamiento, la gente salió a las calles a recuperar los espacios; parecía una rebelión contra la pandemia. En bicicleta, caminando, haciendo filas apretadas, congregándose en sitios de compras. El tránsito vehicular también se incrementó. Para muchos en la ciudad el confinamiento no existió.
Es una noticia que anticipa un escenario peligroso.
Este mismo lunes, temprano, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, anunció las primeras certificaciones para empresas pequeñas que concluyeron sus trámites de la Fase 0 de la reactivación económica. Podrán reabrir sus puertas para retomar la actividad económica que tanto se ansía.
El gobierno estatal ha sido enfático y repetitivo: la Fase 0 del proceso de reactivación de la economía no es un regreso a la normalidad. Es apenas una primera etapa para recuperar, con precaución y medidas permanentes, algunas (no todas) actividades comerciales y laborales.
Quizá la desesperación de muchos y el hastío de otros tantos, junto con la falta de tino de las autoridades sanitarias en el gobierno federal que llevan semanas postergando “el pico de la curva” y mencionando al mismo tiempo que “la pandemia está domada”, condujeron a la confusión y el abandono de las medidas preventivas.
Pero una advertencia del gobernador Alfaro Ramírez sigue tan vigente como la acción del COVID-19: si el número de casos se incrementa al grado de convertirse en un problema sanitario mayor, se ordenará volver a la cuarentena y se retomará el cierre de empresas, negocios y actividades laborales.
Sería un golpe demoledor para la economía estatal; quedarían reducidos a nada o casi nada, todos los esfuerzos y planes que se han estado elaborando trabajosamente desde hace varias semanas. ¿Resultados del discutido endeudamiento por seis mil 200 millones de pesos que se aprobó apenas el 22 de mayo? Quedarían borrados.
Es complicado tomar conciencia de un problema como la pandemia del coronavirus. La nuestra no es una sociedad europea, más homogénea y apoyada en acciones de gobierno. Lo sucedido en México es errático y totalmente inesperado. Las políticas públicas aplicadas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador han operado en lógicas que no se siguen casi en ningún lugar del mundo, y los gobiernos locales han tomado rutas que pueden ser afortunadas o no, según se expresen y comporten los habitantes de cada estado y región.
Para muchas personas el padecimiento del coronavirus es algo lejano, casi exclusivamente de las redes sociales. Los enfermos no se ven y los fallecidos son sólo cifras. Es otro rasgo novedoso en este padecimiento.
Los problemas económicos están incrementándose incluso más que los sanitarios.
Estamos creando juntos, quienes se cuidan y quienes no lo hacen, un escenario que pronto nos sorprenderá. Ojalá no sea muy negativamente.
Por lo pronto, lo más conveniente hoy y durante mucho tiempo más, será mantener distancia, estrictas rutinas de aseo, usar cubrebocas y evitar los lugares con aglomeraciones.
Salud para todos.