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Encuentro con lo casual

Así, tal y como vienen y suceden las cosas, es como estamos aprendiendo a vivir. Lo casual no es sólo un tipo de prenda de vestir, es también con lo que nos va pasando día a día sin más esfuerzo que lo que acontece.

Dejar de ser formal y exigido por el deber ser, para convertirse en el sorpresivo hallazgo de cada día. La pandemia nos ha conducido a una rutina mucho más casera, en donde el trabajo desde el hogar se realiza vestido como quieras, incluso en pijama o hasta en paños menores. Ya la presencia no es tan importante como el cumplimiento estricto de la eficiencia de mi desempeño.

Mi presencia no es el motivo de mi salario, se extingue la asistencia al escritorio de la oficina, para dejar en manos de lo casual el salario devengado. No todos tienen el privilegio del atuendo sin overol ni botas industriales. Ahora trabajas vestido como te venga en gana.

El arreglarse súper a la moda, va en franca decadencia porque ya ni importa tanto el impacto que causa  tu buen o mal gusto, porque en tu casa te pones lo que tienes a la mano y basta. Con el COVID-19 nos ha llegado el regalo de no tener que salir a trabajar o a estudiar, y junto a ello el podernos sacudir el maquillaje y las apariencias, para disfrutar de las fachas sin sentirse juzgado.

Lo casual ha entrado en alfombra roja a nuestras oficinas improvisadas en casa. Y esperamos que se queden por muchos más años venideros y despojarnos del tener que vestirse para vernos bien, ante los ojos de los demás. Ahora es sólo el espejo tu más severo crítico.

El inesperado azote de ésta pandemia, también ha traído cosas interesantes y hasta de magnífica hechura, que nos ha permitido revalorar nuestro estilo de vida y descubrir que hay muchas cosas más interesantes que el modo que teníamos previamente acostumbrado.

Abrazamos las innovaciones y los cuestionamientos, que nos despiertan de nuevo el gusto por la sorpresa y el asombro por lo inesperado.

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