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En un mundo pantanoso, ¿dónde estamos parados?

La famosa cita atribuida a Vladímir Lenin, “Hay décadas donde no pasa nada y hay semanas donde pasan décadas”, parece especialmente aplicable al contexto global de la semana pasada. En apenas unos días, el mundo fue sacudido por una serie de eventos que evidenciaron la fragilidad de nuestro sistema económico y geopolítico, con consecuencias que reverberaron hasta México.

Primero, el aumento del desempleo en Estados Unidos fue una señal de alarma que hizo temblar a los mercados globales. Durante más de un año, los economistas han advertido sobre la posible llegada de una recesión en la economía más grande del mundo. El banco central estadounidense ha mantenido una política de altas tasas de interés para controlar la inflación, una estrategia que hasta ahora ha sido comunicada con la esperanza de calmar a los mercados. Sin embargo, los datos de la semana pasada mostraron un incremento inesperado en el desempleo, lo que provocó una fuerte reacción en los mercados financieros. El índice de posibilidad de una recesión en Estados Unidos aumentó al 35%, y el impacto no tardó en sentirse en México. La bolsa de valores mexicana y el ‘súper peso’ fueron testigos de una corrección significativa, rompiendo la barrera de los 20 pesos por dólar, lo que dejó claro que la estabilidad económica es más precaria de lo que muchos pensaban.

En segundo lugar, la subida de las tasas de interés en Japón, la segunda en este año, marcó un evento sin precedentes en la última década. Japón, conocido por su política monetaria ultralaxa, ha comenzado a endurecer su postura en respuesta a las presiones inflacionarias. Este cambio ha generado incertidumbre en los mercados asiáticos y globales, dado que Japón es uno de los mayores tenedores de deuda estadounidense y un actor clave en los mercados financieros internacionales. La reacción de los mercados a esta subida de tasas no se hizo esperar, generando un efecto dominó que afectó a otros mercados, incluyendo a México.

El tercer y quizás más alarmante factor es el escalamiento del conflicto en Medio Oriente. Lo que comenzó como un enfrentamiento más entre Israel y Gaza ha evolucionado rápidamente hacia una crisis internacional, con implicaciones potencialmente devastadoras. Las tensiones en esta región amenazan con desestabilizar aún más el orden mundial y sus repercusiones podrían ser sentidas a nivel global, tanto en términos de seguridad como de economía.

Ante este panorama global tan volátil, surge la pregunta inevitable: ¿Dónde está parado México y cuáles son los retos que enfrenta la Dra. Claudia Sheinbaum, próxima presidenta del país? México, como una economía emergente, es particularmente vulnerable a los vaivenes de la economía global. Si bien el país ha logrado mantener una cierta estabilidad macroeconómica, gracias en parte a una política fiscal y monetaria prudente, los eventos recientes muestran que esta estabilidad es frágil.

La Dra. Claudia Sheinbaum, quien asumirá la presidencia en un contexto de grandes desafíos globales, tendrá que navegar estas aguas turbulentas con gran habilidad. Uno de los principales retos será mantener la estabilidad económica en un entorno externo adverso. Esto implica no solo continuar con políticas económicas responsables, sino también fortalecer el mercado interno para reducir la dependencia de factores externos. Además, deberá trabajar en la diversificación de las relaciones comerciales de México, buscando nuevas alianzas que permitan al país mitigar los efectos de las crisis en otras regiones.

Otro reto crucial a éstos será, sin duda, manejar la percepción de México en los mercados internacionales. La confianza es un factor clave en la economía global, y cualquier señal de inestabilidad puede tener efectos desproporcionados. El próximo gobierno debe ser capaz de transmitir seguridad tanto a los actores nacionales como a los internacionales. Esto incluye no sólo una política económica sólida, sino también, una estrategia diplomática que permita al país posicionarse de manera efectiva en el complejo escenario geopolítico actual.

La turbulencia de la semana pasada es un recordatorio de la fragilidad del orden mundial en tiempos pantanosos y de lo indispensable que resulta que impere la racionalidad en la toma de decisiones públicas.

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