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En menos de 10 minutos se esfumó la esperanza

La invasión de Ucrania por parte de Rusia se ha convertido en el conflicto más grande y destructivo en Europa desde la conclusión -en 1945- de la Segunda Guerra Mundial. Desde el 24 de febrero del año pasado -cuando se inició la incursión rusa en terreno ucraniano- a la fecha, los reportes oficiales dicen que por lo menos unos 280 mil soldados han muerto o resultado heridos, mientras que los civiles fallecidos superan los 30 mil.

Al margen de los orígenes del problema, para encontrar la solución -por los alcances a que se ha llegado- se requiere primero del convencimiento que se quiere la paz y que hay necesidad de sentarse a conversar para intentar llegar a un acuerdo, antes de que el conflicto provoque más destrucción, más muertes y el riesgo de que la confrontación llegue a otros niveles con el involucramiento más directo entre las potencias que están en los polos del conflicto. Eso sería un proceso largo, porque se requiere tiempo para conciliar los intereses de ambos lados. Sin embargo, estamos muy lejos de que se llegue por lo menos a ese punto.

El jueves pasado en Nueva Delhi, India, en el marco de la reunión del Grupo del G20 -foro de coordinación de políticas macroeconómicas de las 20 economías más importantes del mundo- el tema de Ucrania estaba en la agenda para tratar los efectos que repercuten en todos los continentes. Lo que no estaba programado era el encuentro entre Antony Blinken, secretario de Estado estadounidense, y Sergei V. Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores, que se dio fuera de la reunión. La entrevista -que de acuerdo a los rusos “no se trataría de una negociación”- provocó primero sorpresa y mucha esperanza de que este pudiera ser el principio del fin del conflicto, ya que era la primera ocasión en que funcionarios de este nivel -uno como país invasor y el otro como el principal respaldo del invadido- se veían las caras -no para saludarse- y abordaban el problema. Sin embargo, en menos de 10 minutos -que duró el encuentro- se esfumaron las esperanzas y se disiparon las dudas. Ambos salieron sin decir nada. Y es que no había nada que agregar, ya que el tiempo de la reunión lo decía todo.

Debió haber sido una reunión de mucha tensión, donde había mucho que abordarse y nada se concretó. Lo único que se ratificó -sin decirse nada- es que las diferencias son muy grandes y la solución muy distante.

Antes de este encuentro, Blinken -durante la asamblea del G20- había pedido que Rusia “detuviera su guerra de agresión, por el bien de la comunidad internacional, la paz y la estabilidad económica”, además que deberían de volver al tratado de control de armas nucleares (START).

Al final de cuentas, hermetismo ruso, oídos sordos a las propuestas y en menos de 10 minutos se esfumó la esperanza. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net
 

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