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En las narices de la autoridad…

La escena es surreal. Tanto, que bien podría haber salido de la mente de Dalí o Buñuel. En el Jalisco actual, todo confabula para que la delincuencia ataque la razón, la lógica e imponga su horrible firma inconsciente y antinatural.

Este martes 31 de enero, Cristopher Gerardo golpeó a Alondra. La agredió y la amenazó para, después, salir de la casa en la que ambos vivían en el municipio de Poncitlán, una localidad relativamente tranquila que hoy es conocida en todo el mundo porque ella y su madre, Liliana, fueron asesinadas en el interior de una improvisada y vulnerable agencia del Ministerio Público.

Tras ser golpeada en su hogar, Alondra llamó a su madre. Ambas acordaron formalizar la denuncia para que las autoridades arrestaran al agresor y al fin se detuvieran los abusos, pues de acuerdo con sus familiares, esa no era la primera vez que Alondra era molida a golpes.

En el camino, la joven madre de 21 años recibió una llamada. Era Cristopher. Él le exigió saber dónde estaba y ella le contestó con la verdad: “Voy a denunciarte”.

Su agresor las alcanzó. Justo cuando entraban a la “agencia”-que en realidad es una casa azul de dos pisos cuyo único distintivo oficial es un desgastado letrero-, se ubicó junto a ellas, amenazó y amagó al personal que estaba en el domicilio y le disparó a Alondra. Liliana, su madre, trató de correr, pero también a ella le descargó la pistola y cayó al suelo.

Sin ninguna autoridad que lo frenara, Cristopher cometió dos feminicidios y huyó a pie. Mató a su suegra y a su pareja y nadie hizo algo por detenerlo.

Esta semana, Alondra y Liliana se sumaron a una triste lista en la que se encuentran Vanesa Gaytán, quien fue arrollada y acuchillada justo afuera de la residencia oficial del gobernador en abril de 2019; y a María García, Laura Castañeda, Araceli Bautista y Elizabeth Flores: las cuatro trabajadoras de la Fiscalía del Estado que fueron agredidas a balazos en el interior del edificio sede de la Fiscalía de Jalisco en septiembre de 2016.

Las agresiones contra mujeres han sido el sello de Jalisco. Pero si hay algo que escala esa triste realidad es que las agresiones cometidas contra ellas en las narices de la autoridad, también.

Sin arcos detectores de metales, filtros de seguridad o agentes armados, una agencia del Ministerio Público fue vulnerada por un solo hombre armado. Y ese es sólo el caso de Poncitlán. ¿Cuántas agencias más registran actualmente este relajamiento en los protocolos? ¿Dónde quedó la garantía de seguridad para las potenciales víctimas cuando éstas acuden a una dependencia oficial?

Eventualmente, Cristopher fue detenido. Lo encontraron en el Estado de Nayarit un día después de haber cometido el doble feminicidio y la Fiscalía de aquella Entidad compartió el gesto de su captura con Jalisco, donde según el gobernador Enrique Alfaro, “recibirá todo el peso de la Ley”.

Para fines prácticos, “todo el peso de la Ley” es lo más sencillo de declarar para salir del bache. En realidad, no podría ser de otra forma. Pero lo que tiene probada su inefectividad es el hecho de que, administraciones aparte, al Gobierno de Jalisco que mantiene activa una alerta de género desde diciembre de 2018, le asesinan a mujeres en su cara.

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