En espera de la lluvia
Sabemos lo agobiante que puede ser extender más allá de lo necesario cualquier evento o temporada, para muestra este calor que no corresponde a un verano que no termina de llegar por más pronósticos positivos que escuchemos. Seguimos esperando la lluvia.
Sin embargo, allá afuera se vive otro clima, tan irregular como el calor que soportamos, y es una temporada de precampañas más allá de lo tolerable. Ahora tenemos consultas ciudadanas sin ton ni son. Y no es que la voz de los ciudadanos no importe, por el contrario, sin embargo, se propone la voz del ciudadano para elecciones de puestos que competen a un perfil especializado, y si como ciudadanos confiamos en quienes asumen puestos como magistrados y jueces, abrir a elección popular a esos cargos puede caer en un irremediable circo, pues no sólo se debe socializar a la ciudadanía quiénes son por quienes votan, implicaría un derroche de recursos sobre campañas, y de ésas creo que ya tenemos suficientes. ¿Acaso se espera que las consultas ciudadanas sean la respuesta a los golpes que intentan dar al INE y confirmar que la democracia tiene un Lado B?
Las consultas ciudadanas, como no vengan respaldadas por información de fondo, no son más que campañas de popularidad, y hasta ahora las consultas propuestas por el Ejecutivo tienen todo que ver sobre elegir a quienes nos representan, pero no hacen más que socializar a las figuras de su interés para tener un marco de mayor exposición cuando llegue el momento adecuado, un ejercicio que obliga a otros partidos a emularlo. ¿Cuánto tiempo se vivirán las elecciones si el ciudadano tiene que participar desde los procesos internos?
Si dicho ejercicio democrático es otro de los sellos del Ejecutivo, habrá que repensar qué es lo relevante para el ciudadano y sobre qué quiere votar, que se abra la consulta no sólo para ratificaciones de mandato, que no me parece un mal ejercicio, ¿dónde están las consultas ciudadanas sobre los temas que le importan al vecindario? Sobre cómo quieren invertir los recursos en cada comunidad de cada Estado del país donde en uno se requiere más seguridad, en otro se requiere más infraestructura y en otro mayor atención a la salud o la educación o el empleo y así seguiría la lista hasta terminar este espacio en blanco y negro, similar a lo aplicado en Jalisco y algunos municipios con la figura del Presupuesto Participativo. ¿Cuántas consultas ciudadanas está dispuesto a abrir en lo que resta del sexenio?
“Transformar al país” fue una de sus misiones, a todos nos quedó claro y no quita el dedo del renglón, pero si en ese intento por “redecorar el país” lo único que nos queda es un proyecto diseñado al gusto de quien ya no estará, menudo proyecto en el que tendremos que vivir al final de 2024 sin importar quién lo reciba. Tener voz y voto es un derecho, pero no únicamente para el interés político en la sucesión de poder, sino para el país que queremos vivir, las oportunidades para ésta y la siguiente generación, las garantías para quienes ya invirtieron una vida trabajando.
Pensar que las consultas ciudadanas son la respuesta a un mejor ejercicio de poder es otra cosa, son recursos invertidos, es logística, es campaña para la precampaña y todo implica presupuesto que se debe etiquetar. ¿De verdad queremos esto? ¿Por qué no abrir a la sociedad civil a través de investigadores, ONG’s y especialistas en conjunto con los partidos la preselección de candidatos de acuerdo a los proyectos a futuro? Seguramente así el filtro daría como resultado un mejor aspirante en una competencia con menos popularidad pero más eficacia en el ejercicio de quien resulte ganador, pero eso no lo veo venir, como tampoco veo venir el temporal de lluvias. Confiemos en que el clima mejore y el resto del sexenio no se convierta en un circo.