Emociones y Mundial
Estas últimas semanas de la gran fiesta del Mundial han movilizado multitud de emociones. Desde el encanto de sentirse ganadores, hasta la frustración de ver derrotado al equipo de tus amores.
Desde luego que hay personas, en todo el mundo, que no se sienten atraídos por este juego ni tampoco les interesa enterarse de nada. En cambio, hay verdaderos aficionados que rayan en el extremos de hacer suyo el resultado y llorar con la derrota, o alcanzar un inexplicable éxtasis cuando ganan.
El futbol tiene ese poder sobre las masas, es sumamente emotivo. Puede hacer estremecer a toda una población y provocar un festejo colectivo, sin precedentes, como es el caso actual del pueblo marroquí, francés o argentino.
El balompié siempre ha despertado las envidias de muchos políticos y líderes sociales que quisieran ver que sus seguidores los siguieran con tanta pasión, como lo hacen con un partido o un resultado.
Tiene muchos ingredientes que se combinan, y que es difícil imitarlo, porque por un lado, tiene los elementos del juego colectivo, es un deporte en el que se demuestran habilidades, talentos y destrezas. Además, conjuga el tema del espectáculo, el nacionalismo o en su caso el territorio local. Además, los jugadores cobran un extraño papel de líderes sociales, estrellas públicas e ídolos. Tan grandes, que llegan a convertirse en verdaderos héroes nacionales.
Realmente, el futbol es mucho más que un simple entretenimiento deportivo, aprovechado hoy por las grandes firmas comerciales, para vender sus productos. Mueve algo más allá, que otras actividades no logran.
Ese es su encanto y a la vez misterio, al que muchos científicos de las ciencias sociales y deportivas han querido descifrar, sin llegar a dar una explicación académica razonable.
Mientras nosotros analizamos este mecanismo, en próximas fechas se estarán jugando partidos muy importantes que desde luego harán enloquecer a sus pueblos los ganadores y entristecer a sus perdedores.
Esa es la magia del juego/deporte global más visto y emotivo del planeta.
Mientras tengamos esta diversión colectiva, ni las amenazas de guerras, crisis o dificultades políticas impedirán que el verdadero aficionado se pierda la final de Qatar 2022.