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Eliminar la reelección; el proyecto de Sheinbaum

Uno de los hitos más controvertidos de la política mexicana está a punto de reinstalarse, por determinación de la futura presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: la eliminación de la reelección en todas sus formas. Los argumentos en contra de la reelección cuentan con muchos factores a su favor, como lo pueden ser la mayoría calificada garantizada para Morena en la Cámara de Diputados y la enorme influencia que ya ejerce la propia presidenta electa con su triunfo arrollador del 2 de junio. Sin embargo, cuando se trata de sostener la eliminación de esta figura en la legislación mexicana, nuevamente nos encontramos con razones más emocionales y de conveniencia, en lugar de un diseño legal adecuado, razonable y que tenga como principal sentido mejorar el desempeño de los servidores públicos.

Tras varias décadas de discusiones en las aulas universitarias del país, en el Poder Legislativo, en el seno de los colegios y barras de abogados, se llegó por fin al punto de cuestionar aquella famosa máxima del “sufragio efectivo, no reelección”, que había sido heredada por los regímenes posteriores a la Revolución Mexicana. Y es que, efectivamente, no es lo mismo hablar de la reelección en la presidencia de la república y en las gubernaturas de los estados, que considerarla en las alcaldías o en los poderes legislativos estatales y federal.

Durante la administración del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, finalmente, se dieron los consensos y negociaciones para derrotar al mito revolucionario mexicano. Con argumentos como las exitosas gestiones de alcaldes norteamericanos y europeos, además de la necesidad de generar diputados y senadores con mayor conocimiento y profesionalización, se reformó la prohibición para permitirla en las presidencias municipales, con dos periodos como máximo, y con tres periodos como máximo, en la Cámara de Diputados y los congresos locales. En el Senado, se permitió solamente una reelección.

Hasta cierto punto, sorprendió el hecho de que la presidenta electa Claudia Sheinbaum anunciara que como parte de sus primeras propuestas de reforma (que van pegadas con el polémico paquete de reformas de Andrés Manuel López Obrador), incluyera la eliminación de la reelección. Una modificación como esa, de poco más de una década de implementación, no ha dado todavía los resultados esperados. Pero no es la reelección misma la culpable. Han intervenido resistiéndose las estructuras de poder de los partidos políticos, que solo se apropiaron de los espacios en beneficio de sus élites.

Han influido también las esferas de influencia de los gobernadores, en sus estados, y de la presidencia de la república en el Poder Legislativo federal. Pero el modelo tenía amplias posibilidades. Ahora, como ha ocurrido repetidamente en el régimen de la Cuarta Transformación, un modelo que podía corregirse se desecha para aplicar lo que decide una sola persona. El mayor daño, sin duda, lo sufrirán los municipios. El espacio de Gobierno que debiera ser privilegiado por sus facultades y obligaciones pero especialmente por su cercanía con el ciudadano común, volverá a caer en el periodo de tres años de Gobierno. No hay nada qué descubrir: la mayoría de los Gobiernos municipales en todo el país, inician en medio de la improvisación, el desconocimiento, la escasez y la dependencia del Gobierno estatal.

La reelección no fue una garantía, pero al menos daba la certeza de que un alcalde o alcaldesa podía aspirar a repetir en el cargo, si el voto les favorecía, con mayor conocimiento de sus tareas y particularmente, con la intención de aplicar un proyecto de gobierno de mayor alcance. ¿Qué obtiene Claudia Sheinbaum con la reforma? Tener mayor control en las elecciones intermedias del año 2027; ella y sus allegados “palomearán” las candidaturas y quizás así lograrán acotar la enorme influencia del lopezobradorismo. Mientras, el municipio vuelve a esperar un mejor momento histórico.

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