Elena Garro y yo
Por Martha Cerda
Recientemente la doctora Silvia Quezada me invitó, junto con otras escritoras, a una lectura en el Centro Documental Carmen Balcells. Escogió a una escritora de cada género: Poesía, narrativa, ensayo y teatro y, en esta ocasión, a mí me invitó como dramaturga. Leí de mi obra de teatro Todos los pardos son gatos, que escribí a raíz de una visita que hice a Elena Garro, en su departamento de París, en 1992. Elena había regresado a México un año antes, después de 20 años de autoexilio, y le hicimos un homenaje/bienvenida en la Escuela de Escritores Sogem, que fue todo un acontecimiento. De ahí surgió una invitación a visitarla en París, a donde yo iba a ir a un congreso meses después. Así fue como pasé una tarde inolvidable con Elena y su hija Helenita. Me trataron con cariño y sencillez, Elena me platicó de su vida con Octavio Paz y conocí a sus gatos que eran su adoración.
A mi regreso a Guadalajara, cuando les conté a mis amigos Ernesto Flores q.e.p.d. y Gloria Velázquez la maravillosa experiencia que había vivido, me dijeron que la escribiera antes de que se me olvidara. Me insistieron tanto que me animé pero ¿en qué género la escribiría? No podía ser un cuento, tampoco novela. Tanto Elena como Helenita eran unos personajes, forzosamente tenía que ser una obra de teatro. La historia fluyó sola, es una obra en un acto, en ella se narra la visita. Pero entre escena y escena de los personajes, hay una escena con dos gatos. Obviamente, Elena amaba tanto a sus gatos que tenían que ser personajes y ellos, acompañados de otro personaje llamado “Embajador”, le dan un tono sarcástico a la obra. Ésta trata del exilio. Transcribo la escena quinta de los gatos:
Aparecen los Gatos en el escenario, detrás de una caja de rejilla estará el Embajador:
Gato II (Dirigiéndose al Embajador) -¿Aquí nos pueden dar un certificado de nacimiento?
Embajador -Depende, si son originarios de mi país, sí.
Gato I -¿Y cuál es su país? A ver si nos gusta.
Gato II -No seas bruto, nomás diciendo tarugadas.
Gato I -Bueno, mínimo, ¿no? Ya que nadie nos preguntó si queríamos venir, siquiera ver si nos conviene ser de aquí.
Gato II -Mejor déjame hablar a mí, tú cállate.
Gato I -Uy, qué delicado.
Gato II -Perdone a mi compañero, señor. Queremos saber cuánto cuesta un certificado de nacimiento.
Embajador -Cien mil pesos.
Gato II -Me da diez, por favor. No, que sea una docena.
Embajador -¿Una docena? ¿No se le hacen muchos?
Gato II -Déjeme ver. Seis para mi compañero y seis para mí son aproximadamente… cuatrocientos veinte años para cada uno.
Embajador -No entiendo, explíqueme.
Gato II -Sí, fíjese. El certificado de nacimiento es una constancia de vida, ¿verdad?
Embajador -Así es.
Gato II -El promedio de vida es de setenta años.
Embajador -Correcto.
Gato II -Si tengo seis certificados, por setenta, son cuatrocientos veinte, ¿no?
Embajador -Exacto.
Gato II -Entonces, si las matemáticas no fallan… mire, mejor deme catorce.
Embajador -¿Y para qué quiere tantos años?
Gato I -¿No ve que los gatos tenemos siete vidas? Nada más que nosotros no sabemos en cuál vamos porque cuando nos vinimos, dejamos nuestros papeles en México, y como nos quitaron el pasaporte… Mejor empezamos a contar otra vez.
Gato II -Cállate, nos van a agarrar por tu culpa. No le haga caso.
Embajador -Está bien. ¿A qué nombre?
Gato II -Al portador.
Embajador -¿Al portador?
Gato II -Sí, hombre. ¿Qué no entiende? (Abanicándose con unos billetes).
Embajador -Perdón, señor. Este, ¿va a pagar en efectivo o en cheque?
Gato II -Con tarjeta de crédito. Y me los envuelve para regalo.
Embajador -Con mucho gusto.
Gato II -Oiga, ¿qué descuento hace de mayoreo? Me gustaría regalarles a mis cuates unos certificados. Es más, le propongo un negocio.
Embajador -Bueno, según.
Gato II -Mire, nosotros tenemos contactos en los supermercados, ¿qué le parece si los comercializamos en paquetes de cinco, por ejemplo?
Embajador -No estaría mal.
Gato II -Qué va a estar. También podríamos hacerlos en lotería instantánea: Rásquele a su certificado y gane desde uno hasta cien años. ¿Qué le parece?
Embajador -¿Y yo qué tengo que hacer?
Gato II -Nada más echar su firmita y vamos mitas.
Embajador -Oiga, cómo no nos conocimos antes. Permítame invitarle una copa y presentarle a mi señora.
Martha Cerda, cuando escribo de ella…siento cerca el aroma de la FIL.