Ideas

Elección en Guadalajara: golpes y codazos

Los calores de mayo lograron al fin calentar un poco las campañas por las presidencias municipales. No fue fácil. En pandemia, con los aburridísimos formatos de debate que autoriza el Instituto Electoral y con tantos partidos en la contienda resulta casi imposible ya no digamos emocionarse sino memorizar los nombres de más de cinco candidatas o candidatos. En Guadalajara, de acuerdo con las encuestas, sólo hay dos con posibilidades de ganar: Carlos Lomelí, de Morena, y Pablo Lemus, de MC (el resto está en una intensa batalla por lograr una regiduría), y estos dos finalmente chocaron en un debate: Lemus acusó a Lomelí de ser un empresario corrupto y vender medicinas a sobreprecio al sector salud. El candidato de Morena respondió que con ese dinero se habían pagado las campañas de Alfaro y Lemus hace seis años.

Efectivamente hace seis años Carlos Lomelí era parte del equipo alfarista. Si bien no era del primer círculo, sí era del grupo que participaba en la toma de decisiones, sobre todo financieras de las campañas. Pablo Lemus tampoco era del primer círculo alfarista en aquellos años, era un invitado, un externo que había llegado a reforzar el incipiente partido. El primero fue candidato a diputado federal por un distrito de Zapopan; el segundo candidato a alcalde de ese mismo municipio. Si alguien conoce los secretos de los naranjas es Lomelí; si alguien ha investigado el historial de Lomelí son los naranjas.

El problema es que las acusaciones contra Lomelí, ciertas o no, se han repetido tanto que el candidato está ya vacunado y con doble dosis. Del otro lado, Lemus parece también bastante inmune a las acusaciones que pueda hacer Lomelí sobre la manera en que se financió el alfarismo, porque el ex alcalde de Zapopan efectivamente nunca fue parte del grupo cercano. Por escandalosos que parezcan, ninguno de los dos golpes mueve la elección, se requiere mucho más para que mutuamente se hagan daño en la intención de voto.

El problema es que las acusaciones contra Lomelí, ciertas o no, se han repetido tanto que el candidato está ya vacunado y con doble dosis

La definición, pues, no estará en la capacidad que tengan uno y otro de sacarse trapitos al sol, sino en sus debilidades y fortalezas políticas. La gran fortaleza de Lomelí es la marca Morena y el respaldo de un presidente cuya popularidad en el estado se mantiene por encima del 40 por ciento.

Su gran debilidad son las fracturas internas de partido, con compañeros candidatos que no se hablan entre sí y, si pueden, hasta se meten zancadillas. La fortaleza de Lemus es la imagen de un buen gobierno en Zapopan y la popularidad del gobernador que, si bien es cierto que ha venido a la baja, es uno de los pocos casos en el país donde su aprobación está por encima de la del presidente. Su gran debilidad es que las estructuras del partido y del municipio lo siguen viendo no sólo como un extraño, sino como un movimiento distinto al alfarismo.

La elección de Guadalajara no la decidirán los grandes golpes entre candidatos, sino los codazos internos en los partidos.

diego.petersen@informador.com.mx

Síguenos en

Temas

Sigue navegando