“Elbazo” al AMLO, presidente electo
En política nada es coincidencia. Muy remotamente tema del azar.
Por eso será muy interesante saber quién operó, y para emitir qué señales, la liberación de la prisión domiciliaria de Elba Esther Gordillo unas horas antes de que su aliado político, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), recibiera su constancia de Presidente electo, empañándole así el momento.
Las alianzas políticas de AMLO con parientes y dirigentes cercanos a la ex lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la que hizo con su grupo disidente de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) y el cuestionado líder sindical minero, Napoleón Gómez Urrutia, a quien hizo senador, fueron las que más se les criticaron a López Obrador.
La detención de Gordillo el 26 de febrero de 2013, en los inicios del sexenio de Enrique Peña Nieto, hizo pensar que sería un primer golpe para atacar la corrupción sindical. La detuvieron por lavado de dinero al acusarla de desviar dos mil millones de pesos del sindicato magisterial para uso personal como cirugías estéticas, millonarias compras en las tiendas de mayor lujo del mundo, uso de aviones, adquisiciones inmobiliarias, así como por la detección de una cuenta con dos millones de dólares a nombre de su difunta madre en Suiza.
Aunque esta detención fue bien recibida por la población, por los ostensibles dispendios y manejo patrimonialista que hizo siempre del SNTE, muy rápido quedó claro que se trató de una venganza política del priismo por no haber apoyado la candidatura de Peña Nieto y por su oposición a la reforma educativa. La prueba más clara de que se trató de un caso de justicia selectiva, fue que nunca se tocó, por ejemplo, a Carlos Romero Deschamps, que maneja igual o con mayor discrecionalidad y despilfarro el sindicato petrolero. A él, lejos de detenerlo, le dieron fuero al hacerlo senador.
La lógica política que motivó esa detención, parece reaparecer ahora en la liberación de Elba Esther. Este hecho erosiona el discurso de cambio, de independencia y respeto a los poderes, y del combate a la corrupción y a la impunidad que volvió a pronunciar ayer el tabasqueño al recibir su constancia de Presidente electo.
No por nada la ex ministra de la Suprema Corte y futura secretaria de Gobernación de AMLO salió a decir que simplemente se trataba de una “casualidad histórica”.
Como haya sido, sin duda fue desafortunado para AMLO que el día que llegó a la antesala de la Presidencia de la República, la cuestionada ex lideresa magisterial le haya robado escenario. Tal vez por eso, y para atenuar el daño, decidió no hablar con la prensa sino hasta el 20 de agosto.
Por lo pronto, el nuevo Presidente tendrá que dar muestras claras y prontas de que el cambio que pregona también se dará en el sindicalismo mexicano lleno de obreros pobres y líderes millonarios, pese a que estos últimos le hayan ayudado a conquistar su sueño presidencial.
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