El videolenguaje de Anaya
No está mal el video de esta semana de Ricardo Anaya. Salvo…El excandidato panista, en su entrega semanal luego de su retorno al debate público -no diría aún que a la política activa-, denuesta al presidente Andrés Manuel López Obrador.
El video cierra mejor de lo que arranca. En la primera parte, en algo así como Transición democrática para Dummies o para Millenials, recorre el fraude de Chihuahua en 1986 y la caída en el sistema de 1988.
Anaya recuerda a quienes no lo saben que AMLO era priista cuando esos dos terremotos políticos. Y que el ejecutor de ambos era su colaborador Manuel Bartlett.
Y luego viene el cierre. “La historia de la transición a la democracia no es la historia de un solo hombre”, nos dice Anaya, “es la historia de un magnífico esfuerzo colectivo que hoy está bajo amenaza, está bajo amenaza porque López Obrador nunca ha sido un demócrata, de ahí su complejo de inferioridad frente a intelectuales que han demostrado su compromiso con la democracia, nunca ha sido un demócrata por eso desprecia a los medios que lo critican, por eso interviene en el Poder Judicial sin pudor, (…) por eso desprecia a Chihuahua y a su gobernador, porque le acompleja recordar la lucha a favor de la democracia. Es ahora o nunca, toca defender nuestra democracia”.
Menciono un acierto más de este nuevo mensaje de Ricardo Anaya antes de decir lo que no funciona.
No sé cuánta conciencia tiene el expanista de ello, pero Bartlett es, ante la opinión pública, un fardo para el discurso anticorrupción de Andrés Manuel. Así que insistir en golpear en ese hígado sensible puede ser una buena táctica pugilística.
Hay, sin embargo, varios problemas con el video de Anaya. Por ejemplo, desde dónde dice lo que dice. Y para quién.
Anaya no puede traicionarse. Nadie le pide eso. Pero insistir en retratarse en espacios que hablan de una posición social tan ordenada como exclusiva, le hacen parecer tan lejano como siempre. Tan Anaya en cubículo. A resguardo. A salvo de las condiciones diarias -de salud, de precariedad laboral- del mexicano promedio.
Si lo que quiere Ricardo es lanzar videocolumnas, bienvenido, se encontrará una reñida competencia. Su discurso articulado le puede ayudar, más la asepsia de su escenografía, que es como una burbuja, limitará la empatía con las audiencias. Si lo que pretende es llegar al electorado, la ambientación de sus videos es envidiable para un maestro estadounidense, no para un político mexicano que quiere conquistar irritadas voluntades.
Porque para ¿quién habla en esos videos Anaya? ¿Para quienes le votaron en 2018? ¿Para quienes no lo eligieron hace dos años? ¿Para quienes le pueden votar en 2021? ¿Para los periodistas? ¿Para Twitter o Face? ¿Para AMLO? ¿Para sí mismo?
Hay otros defectos en el mensaje de Anaya. Trata de usar con López Obrador frases que tiene inventariadas el presidente (calladito como momia, dice Ricardo de AMLO frente a los fraudes de los ochenta del PRI).
Copiarle al tabasqueño esas muletillas no socava, sino que da más vida, lamentablemente, al lenguaje divisorio que el inquilino de Palacio propaga cada día. Qué necesidad.
Además, decir que López Obrador es una amenaza para la democracia es tan 2006 que incurre en aquello de que las segundas partes nunca fueron buenas.
Contrarrestar a AMLO, que uno supone que es el propósito de Anaya, requiere de conectar con un grupo de ciudadanos que hagan suyos nuevos o creativos mensajes. ¿Será buena idea que en vez de inventar un lenguaje para enfrentar al Peje repita dichos de éste o los epítetos que le han dedicado y que a pesar de ellos ganó la presidencia?
Anaya hará más entregas semanales y tendremos -espero- más claridad de qué hará además de pedagogía del pasado reciente sobre la lucha democrática y solemnes soflamas (“toca defender nuestra democracia”, etc).
Por lo pronto, mientras Anaya grababa ese video, en caminos de Sonora el presidente hacía uno, pasivo agresivo que, cómo no, cerró diciendo: “amor y paz”. Es decir, un mandatario en el terreno, en un paisaje agreste, en un lugar de verdad. Y horas después de que Ricardo liberara su mensaje,
López Obrador publicaba uno con sus pronósticos beisboleros y luego de macanear tres lanzamientos. El morenista fue un efectivo comunicador y hoy es presidente. ¿Anaya qué será?