El túnel
Alexander Von Humboldt vino al continente americano en 1799 para resignificarlo bajo la égida de una combinación simbiótica entre naturaleza y política. 100 años después, novelistas costumbristas como Juan Domingo Sarmiento, José Eustacio Rivera y Rómulo Gallegos expresaron su ansiedad por el choque entre civilización y barbarie en América Latina. Lo cierto es que más de 200 años han transcurrido desde los viajes de Humboldt y nuestra región sigue atrapada en el túnel de la lucha entre tradición y modernidad, entre la justicia y el crecimiento económico.
El enemigo no es sólo el Estado, es la impudicia de un modelo social y económico que suprime la dignidad y la decencia
En días recientes, hemos visto al descontento desbordarse sobre las poblaciones civiles de Ecuador, Chile, Bolivia y más recientemente, Uruguay. Estas manifestaciones populares se han caracterizado por surgir de una vanguardia organizacional poco jerarquizada, sin un mando único, (aun cuando en el caso de Ecuador las organizaciones y colectivos indígenas coordinaron las protestas más multitudinarias), y por estar desprovistas de consignas ideológicas puras, como sucedió, en cambio, durante el siglo XX.
Lo que estas movilizaciones tienen en común es que surgen del hartazgo de una ciudadanía que vive la obsolescencia del Estado-nación como proveedor de soluciones públicas para problemas que surgen desde lo global pero se expresan a nivel local, como bien lo expresó en su momento Bauman. Estos ciudadanos viven hoy en las antípodas de las grandes narrativas sociales de antaño: hoy carecemos de utopías que nos salven. El único polo de acción que parece quedar es la resistencia comunitaria que se expresa a través del furor de la masa y la empatía del vecino, de la amiga, de la abuela o del compañero de colegio. El enemigo no es sólo el Estado, aunque sea su máscara más visible: es la impudicia de un modelo social y económico que suprime la dignidad y la decencia como criterios para la convivencia y la distribución de los recursos.
Nadie sabe cuál será el desenlace de esta explosión de coraje popular, pero ya han removido con fuerza los endebles cimientos del túnel en el que vive la región.