El trámite
La elección del 2 de junio no es un trámite. Claudia Sheinbaum lo sabe. Aunque el lunes haya declarado eso, la candidata de Morena tiene muy claro que, para seguir con los dichos, del plato a la boca…
Porque una cosa es que -ante la pregunta de Enrique Quintana, vicepresidente de El Financiero que en un foro de BBVA preguntó a la ex jefa de Gobierno si este arroz ya se coció- Sheinbaum haya dicho que sólo falta el trámite de la elección, y otra que así lo crea.
El estilo de la candidata de Morena es obsesivo y meticuloso, así que ni de lejos ella daría por sentado, en privado o en público, que lo que resta es sólo cuestión de tiempo.
Al querer mandar un mensaje de confianza en que las cosas están a punto para que necesariamente ocurran a su favor, bordeó la delicada línea donde la serenidad puede confundirse con esa soberbia que pasa por alto que todos los días de la campaña cuentan, todos.
Una campaña es la suma de una vida de trabajo más la disciplina para acertar día a día, todo eso bajo la amenaza permanente de un craso error, de un doloroso tropiezo, de pifias que no por humanas son menos costosas, de decisiones fallidas... y de mensajes inoportunos.
¿Cómo le ayuda a Sheinbaum decir que la elección es un trámite?
No le ayuda con sus compañeros de partido que están enfrentando duras batallas en alcaldías o Entidades federativas: ¿cómo hacen esos candidatos para que sus equipos no pequen de exceso de confianza con una declaración así, tan triunfalista?
No con sectores que quisieran ser tomados en cuenta. Si la candidata presidencial cree que, aún sin recibirlos o convocarlos, ya ganó, ¿para qué entonces buscarla, tratar de darle su punto de vista, ofrecerle sus votos? Quizá otra candidatura los valore más.
Y no con auditorios reacios al lopezobrarismo que esperan que la candidata los vea como interlocutores concretos, no genéricos, que trate de conmoverlos, de conquistarlos, que desean ver que Morena se esfuerza en ganar voluntades y vencer resistencias.
Sheinbaum ganaba mucho si el auditorio del lunes, lleno de empresarios regionales que son consejeros de BBVA, se llevara a casa la idea de que la candidata oficial había hecho hasta lo imposible por ganarse ese día cada uno de los votos ahí reunidos.
Sin perder el “gesto presidencial”, Claudia pudo ser la misma que en los mítines en tantas y tantas poblaciones: incentivar un diálogo con los ahí reunidos, escuchar -no sólo responder preguntas-, conectar más que presentar unas láminas que, por lo demás, están muy vistas.
Como Sheinbaum sabe que no hay que cantar las victorias a destiempo, seguramente tuvo quién de su equipo monitoreara la reunión de BBVA de ayer, donde los mismos que el lunes la escucharon a ella hicieron lo propio este martes con Xóchitl Gálvez.
Quien haya ido a reportear para Claudia la participación de la candidata del frente opositor seguro le comunicó que a ésta le aplaudieron más, y más veces, que a la morenista; que su discurso no fue malo, y que sacó raja de su desliz de la elección como trámite.
El 2 de junio no es de trámite para Morena. Tan no lo es que el Presidente sigue diario con sus ilegales intervenciones electorales.
Tan no lo es que, como Claudia bien sabe, esto no sólo se trata de ella: han de ganar la Presidencia, y el Congreso, y por mucho.
Trámite era en el viejo régimen. Una elección democrática se juega todos y cada uno de los días.