El tirano firmó su nombramiento
Lo que hizo el Presidente López Obrador esta semana es lo más grave que le ha pasado a la democracia en México desde Lázaro Cárdenas, cuando se acotaron los decretos. No se engañen, esto es más grave que los gravísimos fraudes electorales a los que estaba acostumbrado el nefasto PRI, más grave que la farsa del voto durante décadas, más grave que el predominio de un partido hegemónico y, de lejos, más grave que la corrupción que los canallas de todos los partidos instalaron en la vida pública de este país.
Lo que hizo ahora el Presidente López Obrador le cambia el nombre a nuestro régimen. Oficialmente, con video, con firma y por escrito, este político acaba de decretar la muerte del régimen democrático constitucional. Hágase en mi reino mi voluntad y tírese la ley a la basura. La ley máxima. Tírese la Constitución y lo que ella protege a un barranco inaccesible, que aquí está el dador de normas para arreglar lo que fuere necesario o lo que sea su voluntad.
Tristemente, a este titular del Ejecutivo no le bastó tener una amplia mayoría legítima en el Congreso para llevar a cabo su proyecto de Gobierno. No le basta con tener formalmente todos los elementos para impulsar el México que quiere a través de la ley y las instituciones. No. Él quiere hacerlo con una hojita membretada, con fondo de organillero, desde su escritorio y sin consultar a nadie. Lo voy a decir con todas sus letras: López Obrador mancha la historia de la izquierda, escupe a la memoria de los que antes de él lucharon por la democracia en el país, ofende a los demócratas que votaron por él, ensucia el historial de los movimientos que construyeron con sangre su llegada a Palacio Nacional y se burla de los mexicanos todos.
Esto no se puede escribir de otra forma. López Obrador no tiene facultades para hacer a un lado la Constitución. La Constitución es nuestra norma máxima y se construye y modifica con el impulso del Ejecutivo, las fuerzas en el Legislativo y la vigilancia del Poder Judicial. No señor Presidente, no puede usted enviar un memorándum para que el artículo tercero y el artículo 73, relacionados con la educación, dejen de aplicarse mientras una camarilla de sindicalistas negocia con su camarilla de legisladores.
Esta vez el Presidente pasó de las declaraciones y las actitudes autoritarias a un acto formal de Gobierno que lo vuelve un tirano. No debe haber más antilopezobradoristas, eso es ridículo; debe haber más defensores de la Constitución, de la ley, de la libertad y de la democracia. Los puede haber y los hay en la izquierda, hoy mancillada por el Presidente.
Lo que pasó esta semana de asueto, con la gente de vacaciones y los mexicanos más activos poco atentos, no tiene nada qué ver con los legítimos derechos y reclamos de los maestros ni con los reclamos de los sindicalistas ni con el proyecto educativo del Gobierno anterior. Esto no tiene qué ver con la poderosa Elba Esther Gordillo. Esto tiene que ver con el primer acto que amplía los márgenes de Gobierno de un autócrata que hasta hoy era un Presidente con carisma, mayoría y legitimidad democrática. El tirano firmó, con un memorándum, su nombramiento.
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