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El sistema político está en la encrucijada

Cruje nuestro sistema electoral. Dos de las instituciones fundamentales del sistema electoral mexicano están metidas en problemas serios por razones completamente diferentes.

El Instituto Nacional Electoral (INE) está bajo fuego por parte de Morena, el presidente de la República y los partidarios de la 4T.

Líderes de Morena han señalado que pretenden iniciar un juicio político en contra del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, y del consejero Ciro Murayama, por considerarlos parciales y, a su juicio, por no haber impulsado la consulta del domingo pasado.

No es seguro que este juicio tenga lugar, pero lo que sí es completamente cierto es que veamos a los líderes de Morena golpeando sistemáticamente a estos dos integrantes del Consejo General del INE.

En el caso del Tribunal Electoral (TEPJF), que es la instancia que decide al final de cuentas los temas judiciales vinculados con los procesos electorales, tenemos una crisis de solución incierta.

Un grupo de cinco magistrados de los siete que conforman el tribunal destituyó al presidente de este, José Luis Vargas, y nombró al magistrado Reyes Rodríguez como nuevo presidente.

Vargas desconoció este procedimiento por considerarlo ilegal y señaló que él se mantiene como presidente en funciones.

Independientemente del desenlace que ocurra, lo que observamos es una fractura prácticamente irremediable en este órgano.

Y sume usted a este cuadro la pretensión del presidente de la República de enviar al Congreso de la Unión una iniciativa para reformar de manera completa al sistema electoral mexicano que probablemente incluiría la desaparición del TEPJF y una transformación completa del INE, desde luego eliminando a los actuales consejeros.

La legislación electoral mexicana ha estado sujeta a un sinnúmero de cambios que generalmente ocurren después de los procesos electorales y como respuesta a los resultados que se presentan.

El problema en este caso es que Morena y sus aliados no contarán con mayorías calificadas en las dos cámaras a partir de septiembre, por lo cual no se ve viable que pueda realizarse dicha reforma.

Eso nos lleva a pensar en la posibilidad de que tengamos en los próximos años organismos electorales debilitados, lo cual es una pésima noticia en la perspectiva de las elecciones federales del 2024.

Lo que hoy se necesitaría es algo parecido a lo que ocurrió en 1994 cuando, ante la crisis política que vivió México, se dio una negociación del más alto nivel con objeto de reconformar el sistema electoral mexicano.

De los acuerdos que surgieron nació el IFE ciudadanizado encabezado por José Woldenberg, en el cual la autoridad electoral dejó de estar en el gobierno o en los partidos políticos.

Esa decisión permitió la transición política de México y en buena medida modificó nuestra historia.

En retrospectiva, si las fuerzas políticas no hubieran tenido la capacidad de ponerse de acuerdo quizás nos hubiéramos enfilado a un largo periodo de crisis políticas con consecuencias incalculables.

Hoy vivimos un periodo análogo.

De la sabiduría de las fuerzas políticas para hacerle frente a esta disyuntiva depende en buena medida el futuro del país.

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