El silencio de la Marina
En medio del ruido y el sainete por el fallido operativo de Culiacán, sorprende el silencio y la ausencia de La Marina Armada de México. Durante los últimos doce años, en los sexenios de Calderón y Peña Nieto, este tipo de operativos los hacia la Marina, aunque la detención fuera en el desierto o en la punta de la montaña, es decir en el punto más alejado a lo que en teoría era su rango de acción. Y esto era así por dos cosas: primero porque las agencias estadunidenses así lo pidieron. Si en alguien podían aún confiar en México era en la Marina, no así en la Procuraduría (hoy Fiscalía) ni en el Ejercito al que veían (sabían) muy infiltrado. La segunda era porque los servicios de inteligencia de la Marina eran superiores a cualquier otro en el país.
La Marina ha sido el gran ausente no solo de los eventos de Culiacán sino en general de la estrategia de seguridad. La voz cantante la ha llevado el Ejército, quizá solamente por una cuestión de número y de operatividad, pero lo cierto es que no se les ve. Los Policías Federales han hecho manifestaciones y han dejado en claro su posición con respecto a las condiciones laborales de la Guardia; los Marinos simplemente han dado un paso al costado y han dejado que sea la Secretaría de la Defensa quien asuma el control de la Guardia y que Durazo desde la Secretaría de Seguridad opere y diseñe la estrategia (eso que ha llamado estrategia y que en realidad no lo es).
La crisis de Culiacán evidenció todas las debilidades institucionales del modelo de seguridad
En este manojo de contradicciones que ha sido la nueva visión de la seguridad pública las calabazas siguen sin terminar de acomodarse. Emprender un cambio como el que está buscando el gobierno de López Obrador, aumentar la seguridad reduciendo la violencia ejercida desde el Estado, es muy complicado, pero más lo es cuando se parte de ideas concebidas en una tarde de reflexiones y no del trabajo metódico y sistemático de quienes saben del tema y sobre todo de quienes conocen el campo.
La crisis de Culiacán evidenció todas las debilidades institucionales del modelo de seguridad de este gobierno y sin duda provocará cambios importantes en el concepto y, esperemos, en la estrategia. Uno de los cambios sin duda será el papel y el peso de la Marina en los trabajos de inteligencia y muy probablemente en los operativos de alta peligrosidad.
Hay silencios elocuentes, y el de la Marina es uno de ellos.
(diego.petersen@informador.com.mx)