Ideas

El sexenio de ayer

Terminó el año, y a principios del último mes, terminó también un sexenio estatal que nos ha dejado notables beneficios, pero pocos por más que muy festinados. El Macro Periférico, la Línea 4 del Tren Ligero, la infraestructura para aumentar el abasto de agua para Guadalajara, la conservación de carreteras estatales por todas sus regiones, muy por encima de la situación en que se hallan las federales, la construcción de nuevos hospitales, el rescate de parques olvidados, son algunos de los logros del sexenio que acabó.

Quedaron pendientes que han estado pendientes desde hace sexenios, como es el caso del Río Santiago, y la enorme y crecida deuda ante el fenómeno de los desaparecidos, de la inseguridad y del empoderamiento de la delincuencia organizada por encima de la autoridad legalmente establecida.

Muchas cosas se habrían logrado y otras más se habrían evitado si la capacidad, inteligencia y voluntad del gobernador saliente hubiese estado sostenida por la mesura, el autocontrol verbal y físico, la madurez política y una conciencia objetiva de lo que se puede y de lo que no se puede hacer, esta falta de honestidad y sencillez fortaleció de inmediato una gruesa muralla que aisló al Gobierno de la realidad y lo hizo cerrarse en un círculo donde junto a colaboradores eficaces, abundaba una pléyade de aduladores y saltimbanquis dispuestos todo el tiempo a endiosar el poder, y persuadirlo de que todo lo hacía bien. En consecuencia, el poder se volcó en gratitudes hacia sus aplaudidores, cargos y más encargos, reconocimientos y premios que se degradaron en su espíritu y en su causa, desvergüenza pública de quienes los recibían a sabiendas de su origen, y ofensa a quienes en otras épocas los obtuvieron con sobrado mérito y ahora los veían en manos de gente cuyo único logro era el servilismo, gratitudes del poder convertidas en puestos a granel con garantía de sobrepasar el sexenio, trampolines para brincar posiciones, y desde luego, una notable derrama económica, porque los apoyos cuestan, tanto más cuanto más desmedidos son.

El choque con algunos medios de comunicación era inevitable, si la función de éstos seguía siendo comunicar con objetividad e imparcialidad; la desavenencia con la Universidad de Guadalajara igualmente se produjo con sube y bajas de vértigo, al menos mientras el “licenciado” vivió; las madres buscadoras encontraron siempre negación, evasivas, y abandono a su suerte, eran demasiado molestas en un sexenio que se publicitaba como perfecto. Y, no obstante, desapariciones forzadas siguió habiendo hasta el final; pero hay otro asunto: ¿Cómo y cuánto creció la deuda del Estado? ¿En dónde se invirtió? ¿Estamos mejor que hace seis años? ¿En qué sí y en qué no? ¿Qué nos diría al respecto “Jalisco, ¿cómo vamos, o cómo fuimos?”.

Funcionarios valiosos sí que los hubo en varias dependencias, como en todos los niveles de Gobierno, pero el peor de los papeles lo desarrolló a la perfección el Congreso estatal, reducido a una oficina de secretarias tomando nota del dictado del Poder Ejecutivo sin chistar, como se espera de una buena secretaria. Del Poder Judicial no hay nada que decir, la realidad habla por sí misma, también la sangre de muchos policías y agentes investigadores.

No debemos esperar que el nuevo Gobierno sea mejor, debemos trabajar todos para que así sea, es compromiso de una ciudadanía que pasa de la fácil crítica, o de la letal indiferencia, al compromiso compartido.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando