El rebrote de la pandemia
Mientras que bajas la guardia, los golpes entran más directos y hacen más daño. Ante la pandemia no hay que bajar los cuidados y las prevenciones, es más, hay que aumentar los cuidados; aunque otros ya aflojaron la marcha.
Ni alarmismo ni pesimismo, sólo la historia nos ha confesado, que las segundas vueltas son más letales, porque se ha pecado de exceso de confianza.
La urgencia por ya terminar con todo este calvario y regresar a la vida “normal”, nos puede poner en mayor riesgo. Además de que muchos se han comportado como si nada sucediera. Y bueno, pues tal vez esa pueda ser una manera de percibir las cosas. Todo depende del cristal con que se mira.
Como quiera que sea, están los del bando de los que no sienten ningún peligro y los que le tienen miedo hasta de las moscas que les revolotean en la cabeza. Al menos me quedo en el centro, ni fu ni fa. Tranquilito y sin exagerar.
De hecho ya muchos somos afortunados por seguir en pie de lucha y no tener ni amigos ni parientes afectados, desde luego que habrá quien sí; pero la mayoría está más ansiosa de regresar a sus tareas habituales y sobre todo a cuidar del changarro y los negocios. Porque en un modelo de vida, donde el dinero es el patrón que nos conduce, cuando falta, parece preocuparnos más que la salud.
Apresurarnos y precipitarnos, nos puede hacer caer fácilmente y echar por tierra, todo el esfuerzo que veníamos haciendo. Así que, si algo puedes hacer éste día del padre es recordar que la razón es suficiente como para llevar al hogar los mejores regalos y todos seamos muy oportunos en festejar, sin arriesgar. En convivir sin perder la distancia, ni los protocolos de higiene.
El mejor regalo para nuestro padre es conservar la salud y festejar que hoy estamos aquí gracias a él.