Ideas

El problema del agua

Ya lo decía Da Vinci: “El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”. En días recientes, y en el marco del Día Mundial del Agua, surgieron planteamientos respecto del consumo responsable y la calidad del líquido. El tema se abordó desde todos los flancos: abastecimiento, saneamiento, estiaje, metas incumplidas y proyectos inconclusos para garantizarla, pero en ese macro enfoque -donde parece que nada nuevo hay bajo el sol- creo que nos quedamos al margen los ciudadanos, quienes podemos iniciar las acciones para hacer un cambio.

Se estima que el consumo diario sea de 125 litros por persona -muy similar al consumo en países de Europa- y aunque la cifra parece escandalosa -porque lo es- tiene sentido y hasta se queda corta si pensamos un poco más en el uso personal. ¿Cuántos minutos tardas en la ducha? ¿Qué capacidad tiene el tanque de tu inodoro? Ahora multipliquemos. ¿Cuántas personas viven en casa? ¿Y el consumo en la escuela o el lugar de trabajo? Todos tenemos un resultado diferente, pero la misma responsabilidad en el consumo. 

Sigamos con las matemáticas: una ducha requiere aproximadamente el 50% del consumo diario. Y el tanque de un inodoro tradicional va de los 10 a los 16 litros de capacidad, mientras que los sistemas ahorradores dual bajan el consumo entre ocho y hasta cinco litros por descarga. ¿Cuentas con artículos que reduzcan el consumo de agua en cada descarga o cada que abres el grifo?

Hay una frase que me gusta repetir porque considero que tiene mucha razón: “Piensa global y actúa local”. En cada uno de nosotros está el poder de generar acciones de cambio. ¿Alguien recuerda la campaña publicitaria televisiva de hace casi tres décadas: “Gota a gota, el agua se agota”, que tenía como objetivo el uso consciente del agua? Antes, muy antes, cuando no vivíamos en plataformas digitales veíamos campañas que, por muy básicas que fueran, tenían un impacto en la sociedad o al menos dejaban un mensaje.

Han pasado al menos tres décadas desde los primeros comerciales al respecto y el problema persiste, más grave aún ahora con 130 millones de habitantes en este país. Seguimos confiando en que el recurso no se agote, pero continuamos haciendo un mal uso del mismo. ¿Cuándo surgirá una industria que permita encontrar la respuesta más allá de las acciones en pequeño con los Nidos de Lluvia? 

Todos vimos el cambio gradual en los hogares que pasaron del uso de los calentadores de gas a los calentadores solares. Con los años dejó de ser una moda para convertirse en un enfoque hacia el consumo de energía renovable. México se ubica entre los 10 países que más calentadores solares instala anualmente y uno de los que más produce. 

El cambio no se dio de la noche a la mañana, pero fue una acción personal, multiplicada en más de dos millones de hogares y pequeños establecimientos, que no dependía de las decisiones globales. Hizo surgir a una industria, sí, pero el beneficio lo disfrutan todos impactando menos al ambiente.

Mientras algunos gozamos de agua potable, hay quienes viven el día a día con “agua de tamarindo”, ese líquido marrón y terroso que no es adecuado para la higiene personal o, aún peor, hay quien ni siquiera cuenta con ella y debe invertir un esfuerzo humano para poder “acarrearla” y llevarla a casa. 

Todos vivimos una experiencia distinta en torno al agua, el servicio más necesario y el menos valorado también, de ahí que sea el más económico de todos si hacemos cuentas: un ciudadano paga en promedio 150 pesos mensuales por el agua que consume en casa, mucho menos que otros servicios como luz o internet. 

Podemos pensar global o local, pero lo cierto es que debemos actuar hoy para cuidar el agua de mañana, es un derecho humano, y -lo admitamos o no- también un privilegio que podemos perder sin importar cuánto paguemos por ella, porque es un recurso que vale mucho más de lo que cuesta. 

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