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El primer presidente condenado y las implicaciones para México

Antes de mencionar algunas de las implicaciones que podría tener la victoria del republicano, Donald Trump, en el futuro de la relación México-Estados Unidos, es pertinente hacer una revisión sobre las principales preocupaciones que se identificaron en el votante y los conflictos que podrían haber incidido en la decisión de una gran mayoría estadounidense. Es posible, en sintonía, identificar tres temas clave: el estado de la economía estadounidense y el riesgo inflacionario, la migración como problema de estado y el temor a un retroceso democrático. 

La economía de los Estados Unidos no pasa por su mejor momento. Si bien el país del norte sostiene su hegemonía, ha tensado sus relaciones con otros países y bloques comerciales por la aplicación o amenaza de ejecutar estrategias arancelarias de carácter proteccionista y otras tácticas de presión económica, a pesar del costo ello le ha permitido mantener su influencia de manera estratégica en distintos continentes, no sin un desgaste que resulta evidente. Trump, en campaña, prometió fortalecer la economía interna en el marco de este incierto escenario, lo que, al menos para sus votantes, fue una alternativa suficiente de cara a la inestabilidad y el riesgo que perciben. 

A lo anterior se suma que sólo un tercio del electorado consideraba que la economía durante el gobierno de Biden había marchado en la dirección correcta, y apenas un cuarto de los votantes reportó identificar una mejora en su situación económica. Estos son síntomas de un descontento casi generalizado y de una nación que buscaba un cambio claro en el rumbo económico y de liderazgo en esta materia. La mala noticia para el electorado es que es poco probable que Trump pueda ejecutar una solución a futuro, si consideramos la resistencia que tienen las caídas en la inflación para verse reflejada en los precios y le sumamos los aranceles proteccionistas a los bienes de consumo importados.

Segunda clave, el fenómeno migratorio, el cual para el estadounidense promedio, se percibe como un problema grave, en concordancia con el discurso de Trump cuando afirmó que los migrantes “vienen a quitarnos nuestros empleos”, alimentando un sentimiento de hostilidad hacia las personas que arriban del extranjero. Con esta estrategia, logró recuperar la idea de un enemigo común, ese que antes fue el terrorismo y hoy tomo la forma del narcoterrorismo; una de sus propuestas fue implementar políticas de deportación masiva, cuya viabilidad puede ser altamente cuestionable económica, política y socialmente, pero que logró contar en la campaña con el respaldo del 82 % de los votantes republicanos y el 45 % de los latinos.

Tercera, de acuerdo con una encuesta de salida de CNN, tres cuartas partes del electorado creen que la democracia estadounidense está bajo amenaza. El hoy presidente electo ha sido contundente en la configuración de este imaginario llegando a afirmar que el enemigo interno podría ser incluso más peligroso que potencias como Rusia o China. 

¿Qué implicaciones tiene la victoria y las narrativas que movilizaron este triunfo republicano para el Gobierno Mexicano? 

El efecto inmediato de implementar políticas de deportaciones masivas, se reflejaría en la recaudación fiscal de Estados Unidos y podría ralentizar significativamente el flujo de remesas, que representan cerca del 4 % del PIB en países como México. Para las familias, en su mayoría en situación de pobreza, que dependen de este ingreso, una disminución en las remesas significará un golpe contundente, poniendo en riesgo la estabilidad económica de cientos de miles de hogares. Desde la perspectiva de la economía estadounidense, la reducción de trabajadores migrantes afectaría sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios, en los que una buena parte de empleadores dependen de esta fuerza laboral para mantener precios competitivos y responder a la demanda. A nivel fiscal, la salida de estos trabajadores podría implicar una reducción en el número de contribuyentes, lo que afectaría directamente a la recaudación de impuestos locales y federales. En última instancia, esta política de deportación podría terminar impactando no solo a los migrantes, sino también a las economías locales y a los consumidores en ambos lados de la frontera.

La relación bilateral se dirige hacia un nuevo episodio de tensión y conflicto inminente. El gobierno de Trump se prepara para renegociar el T-MEC, donde temas como el control de la migración, el combate a los grupos criminales y el freno al tráfico de fentanilo -que causa decenas de miles de muertes cada año- podrían ser condiciones que la Casa Blanca utilice para avanzar sus intereses proteccionistas. En caso de no obtener concesiones en estos temas, el presidente electo podría recurrir a la imposición de aranceles de 10% o 20% que afectarían especialmente a los sectores manufacturero y agrícola. 

Si este escenario se concreta, las perspectivas para la Inversión Extranjera Directa en México podrían verse seriamente afectadas. Las empresas que buscan ingresar al mercado estadounidense estableciendo operaciones en territorio mexicano tendrían que reconsiderar sus cadenas de suministro, buscando opciones más favorables para evitar los costos adicionales de los aranceles. Esto tendría un impacto significativo en sectores clave, especialmente en la industria tecnológica, donde varias empresas chinas han encontrado en México una plataforma competitiva para acceder al mercado norteamericano. Con aranceles adicionales, México perdería parte de su ventaja estratégica. 

El último punto representa un reto importante: la seguridad en las relaciones bilaterales se encuentra atrapada en narrativas reduccionistas, posturas dogmáticas sobre el narcotráfico y prejuicios raciales y clasistas, además de contar con poca evidencia sobre la efectividad de las políticas de seguridad nacional implementadas. Un papel más activo de Estados Unidos en el combate al narcotráfico y más militarización de la frontera convertirían a la que ya es una de las fronteras más peligrosas del mundo en un foco de violaciones a derechos humanos. 

Nota: Recordemos que la candidatura de Harris surgió tras la dimisión de Biden, en un contexto de creciente polarización electoral, donde incluso el voto latino mostró una fuerte división. A pesar de las profundas tensiones sociales, Trump logró una victoria más amplia de lo esperado, no solo en el Colegio Electoral, sino también en el voto popular, gracias a su constante presencia en los medios durante los últimos tres años.
 

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