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El plan de verificación que extinguió la amistad Lemus-Alfaro

Fuera amistad o interés por el poder, la relación entre el candidato Pablo Lemus y el gobernador Enrique Alfaro pendía de un hilo desde hace mucho. Y esta semana terminó por derrumbarse, porque según fuentes muy bien informadas, ambos personajes ya no se dirigen la palabra.

Una de las estrategias insignia para limpiar el aire de Guadalajara es la verificación responsable. Pero no tiene el visto bueno del ex titular de Coparmex Jalisco, quien ha prometido que dejará de aplicar multas o cobrar para que tu auto sea verificado… si el voto ciudadano lo favorece en la elección de junio.

Su propuesta no cobraría tanta dimensión si Lemus no fuera el candidato del partido que hoy gobierna, y si el gobernador de ese partido no hubiera hecho pública su inconformidad ante la eventual eliminación de un programa que él impulsó y que, según sus cuentas, se costea con mil 153 millones de pesos al año.

Por supuesto, esa es la cifra del góber. Porque la Ley de Ingresos 2024 del Gobierno de Jalisco dice claramente que el Programa de Verificación Vehicular tiene una proyección de 648 millones; es decir, apenas la mitad de lo que declara Enrique Alfaro.

Pero, tristes o alegres, no son sólo las cifras las que tienen preocupado al mero-mero de Casa Jalisco. Porque si el próximo Gobierno cancela el contrato, la empresa Worldwide Environmental Products (WEP) podría demandar y ganar hasta cinco mil millones de pesos de penalización que estipula el contrato. 

¿Y entonces cómo piensa el candidato de MC que se va costear la verificación, si ya no se va a cobrar?

Sencillo: imponiéndolo como requisito para que cada propietario de auto pueda obtener su refrendo anual. Será gratis, pero al mismo tiempo una obligación.

Además, habrá una bolsa específica de la fotoinfracción (que este año tiene una proyección de 784.6 millones de pesos) para la empresa WEP.

El candidato naranja cree que con esa estrategia resolverá la verificación y, además, tendrá el dinero del refrendo.

Y entonces, ¿cuál es la molestia?

Más allá de la inconformidad, el arranque público del góber hacia la propuesta de Pablo Lemus viene a ayudar más al candidato que a incordiarlo. Deshacerse de una marca ampliamente desgastada como la del gobernador es una noticia muy bien recibida en el cuarto de guerra de los seguidores de Lemus.

Hoy, el gobernador simplemente ha optado por no dirigirle la palabra a su candidato. En el ocaso de su sexenio, el alfarismo aterriza peleado con la mayoría de quienes construyeron el proyecto político que algún poeta de la noticia bautizó como “la ola naranja”.

No importa cuántos abrazos haya frente a cámaras o cuántos metros recorran juntos en una pista de hielo, la realidad es que la camaradería que surgió desde que Pablo Lemus ayudó a MC a gobernar Zapopan por primera vez, poco a poco se ha desvanecido.

Todos sabemos que los estilos de ambos son diametralmente opuestos. Lo mismo ocurrió con su predecesor inmediato, Ismael del Toro, y con el anterior a éste, Alberto Uribe. Las formas y el fondo entre ellos simplemente no congeniaron y la historia los llevó por caminos distintos.

Carlos Lomelí y el propio Andrés Manuel López Obrador son otros ejemplos de lo anterior. Los consultores de Euzen, Dante Delgado y su propio candidato presidencial, Jorge Álvarez Máynez, también están en la lista negra. Los modos no empataron y el gobernador se quedó con las migas de PAN (ajá: en altas) del proyecto que él mismo ayudó a conformar.

“Estilos distintos”, dicen los recién peleados. Ningún ciudadano que conozca sus formas de hacer política lo pone en duda. El gobernador en turno es franco e iracundo; mucho más ciudadano que político. Lemus se sabe en el espectro y disfruta que se hable de él, aunque haya mofa de por medio… por ahora.

Y por si esto no fuera poco, nunca hubo secretos sobre la predilección de Alfaro hacia Clemente Castañeda: una de las últimas cariátides del alfarismo original. El “candidato de unidad” se impuso a regañadientes porque eso se decidió desde la dirigencia nacional. Alfaro simplemente fue ignorado.

Esa es la carta que no se perdona. A partir de ahí el deslinde no ha ido sino en ascenso y el que un gobernador en turno muestre antipatía pública por quien él mismo ayudó a crecer sí es tan histórico como los días a los que nos tienen acostumbrados en Jalisco.

isaac.deloza@informador.com.mx

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